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Traducción de Esther Benítez
1935
6 de octubre
El que alguna de las últimas poesías sea
convincente, no quita importancia al hecho de que las compongo con
creciente indiferencia y renuencia. Tampoco importa mucho que el goce
inventivo me resulte a veces sumamente agudo. Ambas cosas, unidas, se
explican por la adquirida desenvoltura métrica, que priva del placer de
excavar en un material informe, ya un tiempo por intereses míos de vida
práctica que agregan una exaltación pasional a la meditación sobre
ciertas poesías.
Cuenta en cambio esto: que me parece cada vez más inútil e indigno el
esfuerzo; y más fecunda que la insistencia sobre estas cuerdas, la
búsqueda, concebida hace tiempo, de nuevas cosas que decir y por lo
tanto de nuevas formas que forjar. Porque lo que da tensión a la poesía
en sus comienzos es el ansia de realidades espirituales ignotas,
presentidas como posibles. Una última defensa contra la manía de
violentos intentos renovadores la hallo en la convicción soberbia de que
la aparente monotonía y severidad del medio, que ya poseo, ha de ser
aún el mejor filtro de cualquier aventura espiritual mía. Pero los
ejemplos históricos -aunque en materia de creatividad espiritual sea
lícito atenerse a los ejemplos de cualquier tipo- están todos en contra
de mí.
Sin embargo, hubo un tiempo en el que tenía muy vivo en la memoria un
acopio pasional y sencillísimo de materia, sustancia de mi experiencia,
que había que reducir a claridad y determinación orgánica al versificar.
y cada uno de mis intentos se relacionaba, sutil pero inevitablemente,
con este fondo y jamás me pareció desviarme por extravagante que fuese
el núcleo de cada nueva poesía. Sentía que componía algo que superaba
siempre el fragmento (del momento) (actual).
Llegó el día en que el acopio vital quedó del todo asumido en la obra,
y me pareció que ya sólo trabajaba con retazos o que me limitaba a
sutilizar. Tan cierto es esto que -y lo advertí mejor cuando quise
aclararme en un estudio el trabajo realizado- disculpaba las ulteriores
búsquedas de mi poesía como aplicaciones de una técnica consciente del
estado de ánimo, cuando lo que hacía era una poesía- juego de mi
vocación poética. Esto es, volvía a incurrir en el error que,
identificado y eludido, había servido al principio para conservarme tan
fresca osadía creativa, de versificar, y, aunque fuese indirectamente,
sobre mí como poeta. (Exegi monumentum...). A esta sensación de
involución puedo responder que en vano buscaría ahora en mí un nuevo
punto de partida. Desde el día de los Mares del Sur (1),
cuando por primera vez me expresé a mí mismo de forma resuelta y
absoluta, comencé a construir una persona espiritual que nunca podré ya
sustituir conscientemente, so pena de negarla y de poner en tela de
juicio cualquier futuro e hipotético impulso mío. Respondo, pues, a la
sensación de inutilidad presente, humillándome en la necesidad de
interrogar a mi espíritu sólo de aquellos modos que hasta ahora le
fueron naturales y fructíferos, remitiendo cualquier descubrimiento a la
fecundidad de cada caso en particular. Pues la poesía sale a la luz
intentándola y no formulándola.
Pero ¿por qué, al igual que hasta ahora me he limitado como por
capricho sólo a la poesía en verso, no intento otro género? La respuesta
es una sola y acaso insuficiente: por razones de cultura, de
sentimiento, de hábito ya y no por capricho, no sé salir de ese sendero,
y me parecería de aficionado el antojo de cambiar la forma para renovar
la sustancia.
9 de octubre
Todo poeta se ha angustiado, se ha asombrado y ha gozado. La
admiración por un gran pasaje de poesía no se dirige nunca a su pasmosa
habilidad, sino a la novedad del descubrimiento que contiene. Incluso
cuando sentimos un latido de alegría al encontrar un adjetivo acoplado
con felicidad a un sustantivo, que nunca se vieron juntos, no es el
estupor por la elegancia de la cosa, por la prontitud del ingenio, por
la habilidad técnica del poeta lo que nos impresiona, sino la maravilla
ante la nueva realidad sacada a la luz.
Es digna de meditación la gran potencia de imágenes como las de las
grullas, la serpiente o las cigarras; o las del jardín, la meretriz y el
viento; las del buey, del perro, de Trivia, etc. Ante todo, están
hechas para obras de vasta construcción, pues representan la ojeada
echada a las cosas externas en el curso de la atenta narración de hechos
de importancia humana. Son como un suspiro de alivio, una mirada por la
ventana. Con ese aspecto suyo de detalles decorativos que han brotado
variopintos de un duro tronco, prueban la inconsciente austeridad del
creador. Exigen una natural incapacidad para los sentimientos
paisajísticos. Utilizan clara y honestamente la naturaleza como un
medio, como algo inferior a la sustancia del relato. Como una
distracción. Y esto ha de entenderse históricamente, pues mi idea de las
imágenes como sustancia del relato lo niega. ¿Por qué? Porque nosotros
hacemos poemas breves. Porque aferramos y martilleamos en un significado
un único estado de ánimo, que es principio y fin en sí mismo. Y no nos
está permitido por tanto hermosear el ritmo de nuestro condensado relato
con desahogos (2) naturalistas, que
serían remilgos, sino que debemos, preocupados por otra cosa, o bien
ignorar la naturaleza vivero de imágenes, o expresar justamente un
estado de ánimo naturalista, en el que la mirada por la ventana es la
sustancia de toda la construcción. Por lo demás, basta con pensar en
alguna obra moderna de vasta construcción -en novelas, pienso- y he aquí
que encontramos en ella, a través de una maraña de filtraciones
paisajísticas debidas a nuestra insuprimible cultura romántica, nítidos
ejemplos de imaginismo-distracción.
Supremo entre los antiguos y los modernos -entre la imagen-distracción
y la imagen-relato- es Shakespeare, que construye con vastedad y al
tiempo es toda una mirada por la ventana; surge en una imagen retoñante
de un tronco austero de humanidad y al tiempo construye la escena, el
play [pieza de teatro] entero, como interpretación imaginista del estado
de ánimo. Esto debe nacer de la felicísima técnica dramática, para la
cual todo es humanidad -la naturaleza, inferior-, pero también todo, en
el lenguaje imaginativo de sus personajes, es naturaleza.
Maneja fragmentos de lírica, con los que hace una estructura sólida.
Narra, en suma, y canta indisolublemente, único en el mundo.
10 de octubre
Aun admitiendo que yo haya alcanzado la nueva
técnica que trato de explicarme, es evidente empero que diseminados aquí
y allá se encuentran rasgos filtrados a través de larvas de otras
técnicas. Esto me impide ver con claridad la esencia de mi estilo
(digamos con cautela, en contra de Baudelaire, que en poesía no todo es
previsible y al componer se eligen a veces formas no por razones claras,
sino por instinto; y se crea, sin saber con definida claridad cómo). Es
cierto que yo tiendo a sustituir el desarrollo objetivo de la trama por
la calculada ley fantástica de la imagen, porque así lo pretendo; pero
hasta dónde llega ese cálculo, qué importancia tiene una ley fantástica,
y dónde acaba la imagen y comienza la lógica, son problemillas de no
escasa monta.
Esta noche, bajo las lunares rocas rolas, pensaba
en qué gran poesía sería la que mostrase al dios encarnado en este
lugar, con todas las alusiones de imágenes que semejante trato
consentiría. Al punto me sorprendió la conciencia de que ese dios no
existe, de que yo lo sé, estoy convencido de ello, y por lo tanto otros
podrían hacer esa poesía, pero no yo. De ahí pasé a pensar cuán alusivo y
all-pervading [que la impregna todo] ha de ser cualquier futuro tema
mío, del mismo modo que debía ser alusiva y all-pervading la fe en el
dios encarnado en las rocas rojas, si un poeta se hubiera servido de
ella.
¿Por qué no puedo tratar yo de las lunares rocas rojas? Pues porque no
reflejan nada mío, salvo una descarnada turbación paisajística, que
nunca debiera justificar una poesía. Si estas rocas estuvieran en el
Piamonte, sabría perfectamente, empero, absorberlas en una imagen y
darles un significado. Lo cual equivale a decir que el primer fundamento
de la poesía es la oscura conciencia del valor de las relaciones,
incluso las biológicas, que viven ya con una larval vida de imágenes en
la conciencia prepoética.
Seguramente debe ser posible, incluso para mí, hacer poesía sobre una
materia de fondo no piamontesa. Debe serlo, pero hasta ahora no lo ha
sido casi nunca. Esto significa que aún no he salido de la simple
reelaboración de la imagen representada materialmente por mis lazos
originarios con el ambiente; que, en otras palabras, en mi laboreo
poético hay un punto muerto, gratuito, un material subyacente del que no
logro prescindir. Pero ¿se trata en verdad de un residuo objetivo o de
sangre indispensable?
17 de octubre
Habiendo recomenzado esta mañana y terminado el
poema de la liebre, del cual, justamente por culpa de la liebre,
desesperaba, siento cierta osadía para perseverar en el oscuro esfuerzo.
Me parece haber conquistado de veras tal instinto técnico que, sin
pensar deliberadamente en ellas, mis fantasías me brotan ya imaginadas
de acuerdo con esa fantástica ley que mencionaba ello de octubre. Y
mucho me temo que eso significa que ya es hora de cambiar de música, o
al menos de instrumento. Si no, llego a un punto en que, antes aun de
componer la poesía, esbozo un ensayo crítico. Y la cosa se convierte en
un asunto tan burlesco como el Lecho de Procusto (3).
He aquí la fórmula hallada para el futuro: si antaño me torturaba por
crear una mezcla de mis lirismos (apreciados por su ardor pasional) y de
mi estilo epistolar (apreciable por el control lógico e imaginativo) y
el resultado fueron los Mares del Sur con toda su coda, ahora debo
encontrar el secreto para fundir la fantástica y sentenciosa vena de
Trabajar cansa con la otra, burlona y realistamente entonada a un
público, de la pornoteca. Y es indudable que eso exigirá la prosa.
Porque sólo una cosa (entre tantas) me parece insoportable para el artista: no sentirse ya en los comienzos.
28 de octubre
La poesía comienza cuando un necio dice del mar:
"Parece aceite". No se trata, en absoluto, de una más exacta descripción
de la bonanza, sino del placer de haber descubierto la semejanza, del
cosquilleo de una misteriosa relación, de la necesidad de gritar a los
cuatro vientos que se ha notado.
Pero resulta igualmente necio detenerse aquí. Iniciada así la poesía,
es preciso acabarla y componer un rico relato de relaciones que
equivalga hábil- mente a un juicio de valor.
Esta sería la poesía típica, la idea. Pero normalmente las obras están
hechas de sentimiento -la exacta descripción de la bonanza- que a ratos
espumea en descubrimientos de relaciones. Puede ocurrir que la poesía
típica sea irreal y -al igual que vivimos también de microbios- lo que
se ha hecho hasta ahora conste de meros trozos miméticos (sentimiento),
de pensamientos (lógica) y de relaciones a la buena de Dios (poesía).
Una combinación más absoluta quizá sería irrespirable y necia.
1 de noviembre
Es interesante la idea de que el sentimiento en
arte sea el puro trozo mimético, la exacta descripción de la bonanza.
Esto es, una descripción hecha con términos propios, sin descubrimientos
de relaciones imaginativas y sin intrusiones lógicas.
Pero, si es concebible una descripción que no cuente imágenes (que
quizá la misma naturaleza del lenguaje niega), ¿puede existir una
descripción al margen del pensamiento lógico? ¿No es ya expresión de
juicio observar que el árbol es verde? O, si pare- ce ridículo encontrar
un pensamiento en semejante trivialidad, ¿dónde acaba la trivialidad y
comienza el verdadero juicio lógico? Remito a mejor filósofo el segundo
párrafo. Sin embargo, me parece exacto que el sentimiento consiste en
describir con propiedad. Utilizar las emociones para descubrir en ellas
relaciones es, en efecto, elaborar ya racionalmente estas experiencias.
¿Y cómo es que la naturaleza del lenguaje niega la posibilidad de usar
imágenes? El que verde se derive de vis, y aluda a la fuerza de la
vegetación, es una relación hermosa e indiscutible; pero también es
indiscutible la sencillez actual de esta palabra y su remitirse de
inmediato a una idea única. El que arribar significase antaño abordar, y
al principio fuera hacer una imagen náutica decir que el invierno
arribaba, no priva de absoluta objetividad a la misma observación hecha
líneas antes. Mi paréntesis era, pues, estúpido. Y no le demos más
vueltas.
9 de noviembre
La búsqueda de una renovación está ligada al afán
constructivo. Ya he negado valor poético de conjunto al cancionero que
aspire a poema, y sin embargo, sigo pensando en cómo disponer mis
poemillas, para multiplicar y completar su significado. Vuelve a
parecerme que no hago sino presentar estados de ánimo. Vuelve a faltarme
el juicio de valor, la revisión del mundo.
Cierto es que la colocación calculada de las poesías en el
cancionero-poema no responde sino a una complacencia decorativa y
refleja. Esto es, dadas las poesías de Las Flores del Mal, el hecho de
que estén dispuestas así o asá, puede ser elegante y es- clarecedor, e
incluso crítico, pero nada más. Dadas las poesías como ya compuestas,
pero el hecho de que Baudelaire las haya compuesto así una a una,
convincentes y cautivadoras en conjunto como un relato, ¿no podría
derivarse de la concepci6n moral, juzgadora, exhaustiva de su totalidad?
¿Acaso una página de la Divina Comedia pierde su valor intrínseco de
nota de un todo si la arrancamos del poema o la desplazamos?
Pero, dejando para mejor momento el análisis de la unidad de la
Comedia, ¿es posible atribuir un valor de pertenencia-a-un-conjunto a
una poesía concebida en sí, según el aleteo de una inspiración ? Además,
me parece inverosímil que Baudelaire no concibiera una poesía en sí,
sino que la pensara engranada con las otras.
Y aún hay más. Dado que una poesía no está clara para su autor, en su
significado más profundo, hasta que está terminada, ¿ cómo es posible
que aquél construyera su libro sino reflexionando sobre las poesías ya
hechas? El cancionero-poema es, pues, siempre un afterthought [reflexión
a posteriori]. Aunque sigue en pie la objeción de que, sin embargo, fue
posible concebir como un todo -dejemos de lado la Comedia-, sin duda
alguna, los dramas shakespearianos. Es preciso decirlo: la unidad de
estas obras proviene justamente de la realista persistencia del
personaje, del desarrollo naturalista de los hechos, que al producirse
en una conciencia no frívola pierde su materialidad y adquiere
significado espiritual, se convierte en estado de ánimo.
10 de noviembre
¿Por qué pido siempre a mis poesías un contenido
exhaustivo, moral, juzgador? ¿ Yo, a quien no le convence que el hombre
juzgue al hombre? Mi pretensión no es sino un vulgar deseo de echar mi
cuarto a espadas. Lo cual dista mucho de la administración de la
justicia. ¿Hago yo justicia en mi vida? ¿Me importa algo la justicia en
las humanas cosas? y entonces, ¿por qué la pretendo pronunciada en las
poéticas?
Si hay algún símbolo en mis poesías, es el símbolo del que ha escapado
de casa y regresa con alegría al pueblecito, tras haberlas pasado de
todos los colores y siempre pintorescas, con poquísimas ganas de
trabajar, disfrutando mucho con cosas sencillísimas. siempre generoso y
bonachón y franco en sus juicios, incapaz de sufrir a fondo, contento de
seguir a la naturaleza y gozar a una mujer, pero también contento de
sentirse solo y sin compromisos, dispuesto a recomenzar cada mañana: los
Mares del Sur en suma.
12 de noviembre
Lo que precede puede ser una generalización. Sería
preciso hacer el inventario de las poesías del libro, cuáles no entran
en el cuadro trazado. Es evidente que los grupos no se diferenciarán por
una divergencia de vicisitudes, tanto más cuanto que mi protagonista
"las pasa de todos los colores", sino por divergencia en el sentir, por
ejemplo: capacidad de sufrir a fondo, incapacidad de soledad,
descontento ante la naturaleza, cautela y malignidad. La única de estas
actitudes propuestas que encuentro excepcionalmente ya realizada es la
impaciencia ante la soledad en el aspecto sexual (Maternidad y
Paternidad). Pero presiento que la nueva vía no estará ni en la
dirección ya recorrida a lo largo ya lo ancho ni en los diversos "no"
imaginados por oposición; sino en el aprovechamiento de algún modo
lateral que, conservando el personaje ya realizado, desplace
insensiblemente sus intereses y su experiencia. Esto ocurrió en la época
de Una estación, cuando, interesándome por la vida carnal hasta
entonces desdeñada, conquisté un nuevo mundo de formas (salto de los
Mares del Sur al Dios-cabro ). En suma, es estéril la búsqueda de un
nuevo personaje, y fecundo el interés humano del viejo personaje por
nuevas actividades.
16 de noviembre
El problema estético, mío y de mis tiempos, más
urgente es sin duda el de la unidad de una obra de poesía. Si deberemos
contentarnos con la empírica ligazón aceptada en el pasado, o explicar
esta ligazón como una transfiguración de materia en espíritu poético, o
buscar un nuevo principio ordenador de la sustancia poética. Han
percibido este problema y han negado los tres puntos antedichos los
pulverizadores actuales de la poesía, los poetas de la precisión. Es
preciso volver a la poesía de situación. ¿Aceptando tal cual las
situaciones del pasado o dando una nueva manera espiritual de situar los
hechos?
La nueva manera que yo creía haber puesto en práctica -la
imagen-relato- me parece hoy que no vale más que cualquier medio
retórico helenístico. Es decir, un simple hallazgo, del género de la
repetición o del in medias res, que tiene una gran eficacia ocasional,
pero que no basta para constituir un enfoque suficiente.
7 de diciembre
Ha de profundizarse la afirmación de que el secreto
de mucho gran arte estriba en los impedimentos que, en forma de reglas,
impone el gusto contemporáneo. Las reglas del arte, proponiendo un
ideal definido que hay que alcanzar, dan al artista una meta que impide
el laboreo en el vacío del ingenio. Pero es preciso agregar que jamás el
valor de las obras está para nosotros en las reglas observadas, sino
-en vista de la heterogeneidad de los fines- en estructuras crecidas,
bajo la mano del artista durante su búsqueda de lo que la regla -el
gusto- exige. El ingenio recalentado por un juego racional, como es el
intento de alcanzar ciertos resultados tenidos por valiosos, supera el
abstracto valor de convención de esos "gustos" y crea arrebatadamente
nuevas arquitecturas. Sin saberlo; y esto es lógico, si se piensa que el
secreto de una estructura artística se le escapa a su creador hasta
que, esclareciéndosela, él mismo le quite interés. Así resuelvo la
necesidad de "inteligencia" en arte: existe aplicación consciente de
ésta, pero sólo a aquellas metas contemporáneas que, válidas para el
artista y para su tiempo, se funden después en la erupción de poesía
nacida del recalentamiento del ingenio. El artista trabaja con su
cerebro para llegar a metas que perderán valor ante la posteridad; pero,
al obrar así, su "cerebro" crea precríticamente nuevas realidades
intelectuales: Ejemplo: la manía del conceit [noción o expresión
imaginativa, ingeniosa o aguda] entre los isabelinos y el resultado
shakespeariano de la imagen-relato. La afición al ejemplo con- creto del
mundo científico clásico y la resultante visión cósmica de Lucrecio.
15 de diciembre
En cuanto a mí, la composición de una poesía se
produce de un modo que -de no mostrármelo la experiencia- jamás hubiera
creído. Moviéndome en torno a una informe situación sugerente, gimoteo
para mí mismo una idea, encarnada en un ritmo abierto, siempre el mismo.
Las diversas palabras y los diversos nexos colorean la nueva
concentración musical, identificándola. y lo más importante está hecho.
Sólo queda entonces volver sobre esos dos, tres, cuatro versos, casi
siempre ya en este estadio definitivos e iniciales, y atormentarlos,
interrogar- los, adaptar sus variados desarrollos, hasta que doy con el
justo. La poesía ha de extraerse toda del núcleo que he dicho. y cada
verso que se añade lo determina cada vez mejor y excluye un número cada
vez mayor de errores fantásticos. Hasta que las posibilidades
intrínsecas del punto de partida están todas identificadas y
desarrolladas en la medida de mis fuerzas; poco a poco se han ido
formando bajo la pluma nuevos núcleos rítmicos, identificables en las
diversas "imágenes" singulares del relato; y llego, desganadamente
porque el interés se está ya acabando, al último verso conclusivo, casi
siempre amplio y reposado y ligado con el comienzo y recapitulación
alusiva de los diversos nucleos. ¿ Será esto la cristalización de
Stendhal? Tengo ante mí un conjunto rítmico -lleno de colores, de
pasajes, de impulsos y de distensiones- donde los distintos momentos de
descubrimiento, de avance -los núcleos, en suma- se intercambian, se
iluminan, perennemente activados por la sangre rítmica que corre por
doquier. Me encojo de hombros de pensar en otra cosa, pero sonrío
estimulado por el secreto.
1936
23 de febrero
Cuanto más lo pienso, más notable me parece el
hecho homérico del libro-unidad. En un estadio que todo inclinaría a
suponer proclive a la uniformidad, se revela en cambio el gusto por el
tapiz circunscrito y abigarrado, el estudio de la unidad diferenciada.
Es, en realidad, un escritor de relatos diversamente condicionados (el
amor, la pasión heroica, la aventura, la guerra, el idilio, el regreso,
el mundo epicúreo, el gusto social, la venganza, la ira, etcétera). En
esto es como sus allegados Dante y Shakespeare: poderosos. fabulosos
constructores que se deleitan con el detalle, sentido hasta el
revoloteo, que respiran toda la vida con regulares y perfectas
respiraciones cotidianas. Sobre todo, no son hombres de grito repentino y
monótono, que irrumpe de la experiencia y la sobreentiende y unifica en
una sensación; sino vates castizos, impregnados de cosas, tranquilos e
impasibles suscitadores de la variedad, socarrones de la experiencia, a
la que tallan en figuras como por juego, acabando por sustituirla,
astutísimos. Carecen sobre todo de ingenuidad.
Entendidos así, los creadores aparecen bien acondicionados para ese
trabajo de grandiosa y sutilísima habilidad, astucia, que se requiere
para cumplir el papel de puente entre relato y poesía. Son admirables en
el compromiso, en el arte enteramente social y prudencial de la
experiencia. En lugar de derivar una grandeza de la violencia de los
sentimientos, la derivan del arte de saber vivir. Esta base biográfica
es la única cosa que tienen en común los líricos y los creadores. Pero
mientras que para los líricos todo se extingue en esta violencia, para
ellos, para los maestros, el saber vivir es un arte que simplemente
sirve para tornear el material humano, entregado a sí mismo, pulido,
ultimado: puesto a disposición de todos. Así ellos desaparecen en la
obra, mientras que los líricos se desfiguran en ella.
10 de abril
Cuando un hombre está en mi situación sólo le queda hacer examen de conciencia.
No tengo motivos para rechazar mi idea fija de que cuanto le ocurre a
un hombre está condicionado por todo su pasado; en suma, es merecido.
Evidentemente, buenas las he hecho para encontrarme en este punto.
Ante todo, ligereza moral. ¿Me he planteado nunca en serio el problema
de lo que debo hacer en conciencia? He seguido siempre impulsos
sentimentales, hedonistas. No caben dudas sobre esto. Hasta mi misoginia
(1930-1934) era un principio superfluo: no quería incordios y me
complacía esa pose. Luego se ha visto hasta qué punto esa pose era
invertebrada. y también en la cuestión del trabajo, ¿he sido alguna vez
más que un hedonista ? Me complacía en el trabajo febril ya saltos, bajo
la inspiración de la ambición, pero tenía miedo, miedo de ligarme.
Nunca he trabajado de veras y en realidad no sé ningún oficio. y se ve
con claridad también otra lacra. Jamás he sido un simple inconsciente,
que goza con sus satisfacciones y se le da un ardite de lo demás. Soy
demasiado cobarde para eso. Me he acunado siempre con la ilusión de
sentir la vida moral, pasando instantes deliciosos -es la palabra
exacta- al plantearme casos de conciencia, sin la decisión de
resolverlos en la acción. Yeso si no quiero desenterrar la complacencia
que antaño experimentaba en el envilecimiento moral con finalidad
estética, esperándome de eso una carrera de genio. Y esa época no la he
superado aún.
A las pruebas. Ahora que he alcanzado la plena abyección moral, ¿en
qué pienso? Pienso en lo hermoso que sería si esa abyección fuese
también material, si tuviera por ejemplo los zapatos rotos.
Sólo así se explica mi actual vida de suicida. Y sé que estoy
condenado para siempre a pensar en el suicidio ante cualquier molestia o
dolor. Esto es lo que me aterra: mi principio es el suicidio, nunca
consumado, que no consumaré nunca, pero que acaricia mi sensibilidad.
Lo terrible es que todo cuanto me resta ahora no basta para
enderezarme, porque en idéntica situación -aparte las traiciones- me
encontré en el pasado y tampoco entonces encontré ninguna salvación
moral. Ni siquiera me endureceré esta vez, está
claro.
Y sin embargo -puede que la infatuación me engañe, pero no lo creo-,
había encontrado el camino de salvación. Y con toda la debilidad que en
mí había, esa persona sabía sujetarme a una disciplina, a un sacrificio,
con el simple don de sí misma. Y no creo que eso fuese una bobada,
porque el don de ella me elevaba a la intuición de nuevos deberes, les
daba cuerpo ante mí. Porque abandonado a mí mismo, ya he hecho la
experiencia, estoy seguro de no tener éxito. Hecho una carne y un
destino con ella, habría triunfado, estoy igualmente seguro. A causa
también de mi propia cobardía: habría sido un imperativo a mi lado.
Y en cambio, ¡qué ha hecho! Quizá ella no sepa, o si no sabe no le
importa. Y es justo porque ella es ella y tiene su pasado que le traza
su futuro.
Pero ha hecho esto. Yo he tenido una aventura, durante la cual se me
ha juzgado y se me ha declarado indigno de continuar. Ante este golpe de
gracia no es ya absolutamente nada el lamento del amante, que sin
embargo es tan atroz, o el derrumbe de la posición, que también es
grave.
Se confunde, el sentido de este golpe de gracia con el martillazo que
en 1934 había cesado de golpearme: ¡fuera ]a estética, fuera las poses,
fuera el genio, fuera todas las mentiras!, ¿he hecho algo en la vida que
no sea el gilipollas?
Gilipollas en el sentido más trivial e irremediable de hombre que no
sabe vivir, que no ha crecido moralmente, que es vano, que se sostiene
con el puntal del suicidio, pero no lo comete.
20 de abril
Veamos si incluso de esto se puede sacar una lección de técnica.
La de costumbre -trivial, pero aún no profundizada. Es sumamente
voluptuoso abandonarse la sinceridad, anularse en algo absoluto, ignorar
todo lo demás; pero justamente -es voluptuoso-, y por lo tanto es
preciso dejarlo. Si tengo hoy clara una cosa, es ésta: cada putada que
me han hecho, se ha originado en mi voluptuoso abandono a lo absoluto, a
lo desconocido, a lo inconsistente. No he comprendido aún en qué
consiste lo trágico de la existencia, aún no me he convencido. Y sin
embargo, está muy claro: es preciso vencer el abandono voluptuoso, dejar
de considerar los estados de ánimo como fines en sí.
Para un poeta es difícil. O también muy fácil. Un poeta se complace
hundiéndose en un estado de ánimo y disfrutando con él: ahí está la
huida de lo trágico. Pero un poeta no debería olvidar jamás que un
estado de ánimo no es aún nada para él, que lo que importa para él es la
poesía futura. Este esfuerzo de frialdad utilitaria es su tragedia.
Que hay que vivir trágicamente y no voluptuosamente lo prueba cuanto
he padecido hasta ahora. Más aún, cuanto he padecido inútilmente. Me ha
abierto los ojos la relectura de las poesías del 27. Encontrar en
aquella pringosa y napolitana ingenuidad los mismos pensamientos y las
mismas palabras de este mes pasado me ha aterrado. Han transcurrido
nueve años, ¿y yo sigo respondiendo tan infantilmente a la vida ? ¿Y
aquella virilidad que parecía algo mío, duramente conquistado en los
años de trabajo?, ¿era tan inconsistente?
La culpa de tal insuficiencia no ha de achacarse, menos que a
cualquier otra cosa, a la poesía. La poesía, si acaso, me ha enseñado a
dominarme, a recogerme, a ver claro; la poesía me ha devuelto a mí
mismo, en el más práctico de los sentidos. La culpa es de la ensoñación,
cosa muy distinta, y enemiga del buen arte. Es de mi deseo de eludir
las responsabilidades, de sentir sin pagar.
No es sólo una similitud el paralelo entre una vida de abandono
voluptuoso y el hacer poesías aisladas, pequeñas, una de vez en cuando,
sin responsabilidad de conjunto. Eso habitúa a vivir a saltos, sin
desarrollo y sin principios.
La lección es ésta: construir en arte y construir en la vida,
proscribir lo voluptuoso tanto en el arte como en la vida, ser
trágicamente. (Eso no veda, claro, hacer el cerdo de vez en cuando, o un
sonetillo y un relato; más aún, es preciso hacerlo. Solamente,
acordarse de que, para componer un cuento o una velada, no es preciso
alborotar cielo y tierra.)
Explicado y suscrito esto, es humano dejar desahogar y meditar en que
jamás nadie me ha hecho agravio más grande. No por la cuestión del amor
-estamos hasta los cojones del amor-, sino por esa otra razón de que
precisamente esta vez yo estaba intentando pagar, responder, ligarme y
limitarme, tragicizar lo voluptuoso, en suma. Conviene que me haya
ocurrido lo contrario: así probará si mi virilidad puede recobrarse.
Conviene, conviene, pero ha sido una gran canallada. Y bien pensado,
excluyendo de buen grado toda voluptuosa ensoñación y pasión, ¿quién
puede decir que mi tortura no nace justamente de eso -de que me han
hecho una cosa injusta-, una mala acción? ¿Y no se encuentra también
aquí una lección de técnica una poética?
24 de abril
Es preciso haber sentido la manía de la
autodestrucción. No hablo del suicidio: gente como nosotros, enamorada
de la vida, de lo imprevisto, del placer de "contarla", sólo puede
llegar al suicidio por imprudencia. Y además, el suicidio aparece ya
como uno de esos heroísmos míticos, de esas fabulosas afirmaciones de
una dignidad del hombre ante el destino, que interesan estatuariamente,
pero que nos dejan abandonados a nosotros mismos.
El autodestructor es un tipo más desesperado y utilitario al tiempo.
El autodestructor se esfuerza por descubrir en su interior cualquier
lacra, cualquier cobardía, y por favorecer estas disposiciones a la
anulación, buscándolas, embriagándose con ellas, disfrutándolas. El
autodestructor está en definitiva más seguro de sí que cualquier
vencedor del pasado, sabe que el hilo del apego al mañana, a lo posible,
al prodigioso futuro, es un cable más fuerte -tratándose del último
empujón- que no sé cuál fe o integridad.
El autodestructor es sobre todo un comediante y un dueño de sí. No
desperdicia ninguna oportunidad de sentirse y de probarse. Es un
optimista. Lo espera todo de la vida, y se va afinando para producir
bajo las manos del caso futuro los sonidos más agudos o significativos.
El autodestructor no puede soportar la soledad. Pero vive en un
continuo peligro: que lo sorprenda una manía de construcción, de
ordenación, un imperativo moral. Entonces sufre sin remisión, y podría
incluso matarse.
Es preciso observar bien esto: en nuestros tiempos
el suicidio es un modo de desaparecer, se comete tímidamente,
silenciosamente, chatamente. No es ya un hacer, es un padecer.
¿Quién sabe si volverá aún al mundo el suicidio optimista?
Expresar en forma de arte, con finalidad catártica,
una tragedia interior, sólo puede hacerlo el artista que a través de la
tragedia vivida estaba ya tendiendo sutilmente sus hilos constructivos,
desarrollaba una incubación creadora, en suma. No existe la tempestad
sufrida locamente y después liberación a través de la obra, so pena de
suicidio. Tan cierto es esto que los artistas que se han matado de veras
por sus trágicos casos, suelen ser ligeros cantores, aficionados a
sensaciones, que nada insinuaron jamás en sus cancioneros del profundo
cáncer que los roía. De lo cual se aprende que el único modo de huir del
abismo es mirarlo y medirlo y sondearlo y bajar a él.
Es de una desolación tonificante -como una mañana
invernal- el padecer una injusticia. Eso hace retoñar, según nuestros
más celosos deseos, la fascinación de la vida; devuelve el sentido de
nuestro valor frente a las cosas; adula. Mientras que sufrir por puro
azar, por una desgracia, es envilecedor. Lo he probado, y quisiera que
la injusticia que la ingratitud hubieran sido mayores. Esto llama vivir
y, a los veintiocho años, no ser precoces.
Para la humildad. Es tan raro, sin embargo, sufrir
una hermosa y total injusticia. Son tan tortuosos nuestros actos. En
general, siempre encontramos que un poco de culpa la tenemos también
nosotros, y adiós mañana invernal.
25 de abril
Hoy, nada.
26 de abril
Existe también el tipo que, cuanto más bajo cae y
cuando debería pensar sólo en levantarse, más piensa en volar y más se
exalta. Es ante todo el gusto por los contrastes y el hábito de
contemplarse. Nadie que no tenga el vicio de mirarse a sí mismo como si
fuera otro -un importantísimo otro- puede durante el dolor o la
preocupación exaltarse en cambio con el placer y la Libertad.
Un hombre que ha vivido doce años con un ideal -tanto mas si es
inconfesado-, cuando despierta se encuentra inevitablemente comprometido
con su carácter y ya no huye del habito de aquel ideal. Ahora bien,
entre las muchas cosas monstruosas, el hábito de un ideal es feísimo. Y
uno se corrige de todo, pero no de eso. Podrá tratar de cambiar la
dirección de su ideal, pero nada más.
Por fortuna entre todos los hábitos espirituales -pasiones,
deformaciones, complacencia, serenidad, etcétera-, el único que
sobrevive a los días es la calma. Volverá.
Hay que andarse con cuidado al comunicar los
descubrimientos psicológicos de poderosas perversidades a quien ignoraba
ser así; porque la primera víctima será el descubridor verídico. La
vieja historia del toro de Perilo.
Quien revela a una mujer el ser potencial de ella, será el primer cornudo.
Es matemático. Eso es, matemático.
¿Qué método mejor para una mujer que quiere joder a
un hombre que llevarlo a un ambiente que no es el suyo, vestirlo de
modo ridículo, exponerlo a cosas en las que es inexperto, y -en cuanto a
ella- tener mientras tanto otras cosas que hacer, incluso esas mismas
que el hombre no sabe hacer? No sólo lo jode delante del mundo, sino
-importante para una mujer, que es el animal mas racional que existe- lo
convence de que esta jodido, conserva la buena conciencia. Porque con
habilidad y experiencia se llega a esta cosa increíble: preparar las
cosas y los hechos -las cadenas de causalidad-, de modo que, cuanto se
desea, se produzca sin ofender los propios principios de comportamiento
ético.
27 de abril
Cuenta:
«Un día me dijo cómo me trataría. Era en aquella
época ansiosa en la que nada había ocurrido, pero debía producirse. La
hacia hablar de su pasado, con el afán de conocer cuanto mas pudiera de
ella, y tener un motivo para mi ensoñación.
Hablaba de un jovenzuelo ingenuo que la había abordado en el tren. Lo
describía como decidido y normal. No le costó mucho trabajo infatuarlo.
Con palabras y gestos. (También conmigo hizo un viaje.) Y después
terminó dándole un nombre falso.»Y el jovenzuelo le había escrito
pidiéndola en matrimonio.»
28 de abril
«Que al señor le agraden las cosas claras, me
parece muy bien por su buen gusto. Pero reflexione el señor que las
cosas claras se digieren en seguida, y luego vuelve el apetito. Mucho
mejor roer en le difícil, darse maña en la búsqueda de lo pequeño hacer
durar mas la esperanza, en suma.»
¿Por que tomárselo tan a pecho? Hemos vuelto al 29.
Compuse poemas ociosos, sufrí por la incapacidad de trabajar, sólo y
contrito en medio de la vida, vagabundo irritado ante el espectáculo
público. ¿Que es lo que falta? ¿Los siete años transcurridos?
Pero ya basta: ¿ha importado alguna vez la juventud en mi oficio? Y si
los siete años no faltaran, si hubieran acabado todos bien, es decir,
si hubiera compuesto poemas perdurables, encontrado un trabajo
satisfactorio, estuviera acoplado y agradecido a la vida, casado y
alegre con el espectáculo público; si todo hubiera salido así, ¿tendría
algo más? ¿Habría valido la pena? ¿Estaría sentado ante esta mesa con
más gozo?
Y, si respondiera que me encantaría estar ligado, tener deberes, ¿no
estaría diciendo algo inútil, dado que deberes siempre los tiene uno,
con tal de que quiera?
Y entonces, entonces, ¿Sólo la echo de menos a
ella? ¿A ella, que me ha jodido? Pero, si todo lo demás sigue
inalterable, ¿que representa ella sino una trivial desilusión
sentimental?
Animo, joven, ni siquiera es lícito hundirse en un gran fracaso; no
existe el fracaso; estamos como antes, hemos quemado siete años, nos han
ocurrido cosas amables; recomencemos, pero sin gritar, y tengamos
presente que no hay razón alguna para que dentro de otros siete años no
volvamos a repetir el mismo discurso. Y luego también, y luego también.
Pues ¿quien ha dicho que la vida es para gozarla? Chico, tenemos aun las
ilusiones juveniles.
Pero, si es cierto que a todos les ocurre lo mismo, ¿cómo es que los
viejos no tienen todos caras turbadas. endemoniadas, torturadas, rotas, y
son en cambio tan tranquilos?
La única cosa clara es por que los muertos se pudren. Con todo ese veneno en el cuerpo.
1 de mayo
El que la poesía nazca de la privación, lo apoya el
hecho de que la poesía griega sobre los héroes se realiza cuando los
epígonos son expulsados de las patrias donde están las tumbas de los
héroes.
5 de mayo
El pecado no es una acción en vez de otra, sino
toda una existencia mal trabada. Hay quien peca y quien no. Las mismas
cosas (odiar, joder, holgazanear, maltratar, humillarse, ensoberbecerse)
en uno son pecados, en otros no.
Haber pecado significa quedar convencido de que esa acción es, de un
modo misterioso, creadora de infelicidad propia para el futuro, que ha
quebrantado alguna ley misteriosa de armonía y que no es sino un eslabón
de una cadena de inarmonías precedentes y futuras. Vivir es como hacer
una larga suma, en la cual basta con haber equivocado el total de los
dos primeros sumandos para que ya no salga. Quiere decir engranarse en
una cadena dentada, etc.
9 de mayo
¿También el consuela de humillarse incurre en las voluptuosidades de costumbre o es un principio valido?
¿Es decir, ¿uno se humilla como para aprovechar un
embate de la experiencia convirtiéndolo en pretexto de un
autoespectáculo gratuito (sin compromisos morales) o para excavar un
filón de conducta ética, para buscar en suma un plan concienzudo de
deberes?
Es un hecho que existe complacencia en la propia humillación. Parece imposible distinguir si se goza voluptuosa trágicamente.
En el fondo, como no he encontrado otro reproche a la voluptuosidad
que el de arruinar a quien la ejerce (hacerlo «sufrir inútilmente»),
bastaría con ac1arar si la autohumillación hace sufrir inútilmente o no.
Y en mi caso, ¿cómo salir de la habitual directriz de comprobar la legitimidad de mi estado mediante su fecundidad o esterilidad creadora?
Porque seguramente esta directriz es falsa, o al menos insuficiente, ya
que no todos practican el oficio de creadores. La utilidad o la
inutilidad del sufrimiento se determinaran con relación a toda una
existencia Y el que el interesado sea además un creador, nada tiene que
ver con la conciencia. Se trata en este caso de exigencias que afectan a
los cimientos, al margen del oficio, de la clase y de la nación. Pero
quita eso, quita aquello, ¿qué es lo que queda al hacer de esclavo de
los deberes? Es preciso, pues, no excluir mi condición de creador para
bajar al sótano a buscar la piedra angular, sino considera simplemente
que, amen de creador, soy también u hombre y un desocupado y un
apolítico y un muchacho y otras cosas que se me escapan. Es un bonito
trabajo examinar el efecto de la autohumillación sobre todas estas
condiciones y encontrar el máximo común divisor. Y no sólo en el
presente, sino, todo mi pasado. Porque, no lo olvidemos, el pecado no es
una acción en vez de otra, sino toda la existencia mal trabada.
¿Es un pecado, pues, mi autohumillación?
Una idea. Al igual que solo he sabido razonar sobre estética cuando he
tenido ante mi un rebano de poesías mías, donde he desentrañado el
problema (y visto como había que volver a empezar por el principio), he
aquí que deberé ponerme ante un numero de acciones éticas mías y
meditarlas y decidir cuáles podré recoger y cuáles no, cuáles son los
motivos constantes si los hay (sin duda), y todo lo demás. La dificultad
estriba en aislar esas acciones, para manejarlas, como manejo cada una
de mis poesías. Y después de todo no es una novedad. Ya he hecho a
menudo este trabajillo.
16 de mayo
Es indudable que para la producción de una obra se
necesita un público. Pero hay muchas obras que han nacido sin ese
aparente círculo ansioso, turbulento y desordenado, que hace surgir el
gran arte. Pero el público no faltaba. Simplemente, el autor se lo había
imaginado, lo había creado (lo cual significa: definido, elegido y
amado). En general los antiguos, hasta el romanticismo, tuvieron el
circulo materialmente entendido; los modernos son diferentes en la falta
de el y revelan ante todo su grandeza (como los antiguos la revelaron
en la instintiva comprensión del verdadero público, al margen de los
pedantes) en la elección y creación que saben hacer de sus lectores.
Observo, empero, que es falso creer en la posibilidad de una progresiva creación de un público propio por parte de un escritor. Así se crea el publico material, si acaso, el del editor. Pero el público verdadero debe de estar supuesto desde la primera obra.
6 de septiembre
He descubierto, pues, un tipo de hombre que toma
trágicamente en serio los deberes morales. Piensa en seguida que un
principio moral ha de sostenerse incluso frente a la prisión, la muerte,
tormento, etc.; y, aterrado por tamaña obligación no se atreve a
resolverse a definir y servir su principio moral. Este tal vive
voluptuosamente y no tiene principios. En el fondo se trata de nobleza
de sentimientos.
13 de septiembre
Entre las señales que me advierten de que acabo la
juventud, la suprema es darme cuenta que la literatura no me interesa ya
de veras. Quiero decir que no abro ya los libros con aquella viva
ansiosa esperanza de cosas espirituales que, pese a todo, sentía antaño.
Leo y me gustaría leer cada vez más, pero no recibo ya como antaño las
diversas experiencias con entusiasmo, no las fundo ya en sereno tumulto
prepoético. Lo mismo me ocurre pasear por Turín; ya no siento la ciudad
como aguijón sentimental y simbólico para la creación. Ya está hecho, se
me ocurre responder cada vez. Teniendo en la debida cuenta las diversas
magulladuras y berrinches y cansancios y barbechos queda claro que ya
no siento la vida como un descubrimiento y mucho menos por ende la
poesía -sino más bien como un frío material de especulación y análisis y
deberes. En esto late ahora mi vida: la política, la práctica, cosas
todas que se favorece con los libros, pero los libros no aman como en
cambio lo hace la esperanza de creación.
Ahora bien, también de joven me organizaba éticamente: hallada la
posición del impasible investigador, la vivía y la aprovechaba en la
creación. Ahora que he dejado en serio de aprovecharla en la creación,
advierto que ni siquiera me basta para vivir.
Es un dilema grave: ¿he perdido el tiempo hasta ahora apostando por la
poesía o bien la situación actual es premisa de una mas profunda y
vital creación?
14 de septiembre
De acuerdo con Bergson en que tanto el racismo como
la bondad natural del hombre son mitos políticos que han de juzgarse
por sus realizaciones, pero es deshonesto disculpar la reconocida
debilidad filosófica del racismo por el hecho de que ahora se ha
reconocido filosóficamente débil también la bondad natural. Porque un
mito, para ser históricamente legitime, ha de ser creído en su tiempo, y
debe ser la ultima palabra de la crítica de su tiempo. Tal era la
bondad natural en el siglo XVIII, tal no es el racismo en el XX.
La mismo ocurre con las estructuras de la poesía en las diversas
épocas. Es indiscutible que para nosotros las fábulas del pasado son
mitos, pero para hacer gran poesía el poeta ha debido creer en sus
fábulas, creerlas, esto es, la ultima palabra de la crítica de su
tiempo.
15 de septiembre
Si intento un balance de mi obra poética, no le
encuentro ya todas aquellas ventajas. Dejando de lado la gloria o el
deshonor -me examine como si no hubiera publicado-, opino que el mundo
ha perdido ahora para mí todo su aspecto encantado, pues muchas cosas
que me gustaban y contentaban se han apagado ahora en la página escrita
que las incineró. Revelándome a mí mismo, con su realización, la
naturaleza totalmente fantástica de mis transportes e impulsos y amores y
apegos, los he vuelto ahora, por el propio hecho de la realización
consumada, vacíos e inútiles. Aclaro: no me atormenta el amor a la
novedad por ambición; tengo muy claro que aquellos descubrimientos no
tenían sino un significado prepoético y por ello -una vez poetizado- han
cumplido su misión.
Esta era la razón por la cual sostenía que genio poético debe ser
fecundísimo y durar toda vida. Su espíritu no debe jamás cesar de
producir descubrimientos, para usarlos en poesía, porque, se detiene,
revela con eso que los pocos ya hechos no provenían de un temperamento
nacido para d cubrir, sino que eran veleidades sentimentales acción
tomadas por descubrimientos prepoéticos.
Yo no sé aún si soy un poeta o un sentimental pero con seguridad estos
meses atroces son la prueba decisiva. Si, como espero, hasta los
mayores descubridores han pasado meses semejantes, entonces el gozo de
componer no es barato. La vida se venga, y bien, si alguien le roba el
oficio. No es nada preocupación del componer -el famoso tormento- ante
la de haber compuesto y no saber luego qué hacer.
EI libro de Lévy-Bruhl, Mitología Primitiva ,
permite suponer que, al pensar la mentalidad primitiva la realidad como
continuo intercambio de cualidad y esencias, como flujo perenne en el
cual el hombre puede convertirse en plátano o arco o lobo y viceversa
(pero no el arco convertirse en lobo, por ejemplo), la poesía (imágenes)
nace como simple descripción de esa realidad (el dios no se parece al tiburón, pero es tiburón) y como interés antropocéntrico.
En suma, las imágenes (¡esto me interesa!) no serian juego expresivo,
sino positiva descripción. En sus orígenes, se entiende. En cuanto al
antropocentrismo, no dudaba de él.
2 de octubre
Por fin algo positivo. Aquel horror por el bullicio
público, aquel asco por los gestos mezquinos de los otros, aquel
remordimiento de las vacilaciones e indignidades formales mías, son
prueba de una suficiencia mía, de un sentido de mi conducta, que no
carecen de dignidad. Hasta mi búsqueda de poesía objetiva significaba
eso.
Hoy, sin embargo, estoy desolado por haber descuidado siempre hasta
ahora las formas, los modales, por no haber elaborado un estilo de
comportamiento, sino obrado siempre al acaso fiándome de mi gusto
desdeñoso y cometiendo así infinitas inconveniencias románticas.
¿Por qué las mujeres en general tienen mejores modales que los hombres?
Porque deben esperarlo todo de su efecto formal, mientras que los
hombres actúan o piensan. Es preciso volverse más mujer.
28 de diciembre
Se podría ver lo real desde abajo, rec1uido, donde
no quede sino un meditabundo hundirse y dilatarse en el agua. La
compañía no sería sino el irreductible resto de la sociedad, comparable
con la blusa y con el hábito de los sentidos -ver un muro, oír una voz,
respirar el cielo. El sustrato de la vida de cualquier hombre hecho
presente, y penetrado con firmeza, puesto que cualquiera puede llegar a
ese lugar y alguien hay siempre, aunque sea otro; y la vida no consiste
sino en adornar variablemente esta eterna realidad. El esfuerzo
consistiría en alcanzar al punto la adaptación sin residuos de baba. Se
descubre así que en la vida casi todo es pasatiempo, de ahí el propósito
que se haría el prisionero de vivir, si es que sale, como el ermitaño,
chupando su pasatiempo, sacándole la medula. Lo cual se proponen todos
los prisioneros. Y la vida pasada resultaría despreocupada y febril, por
las desordenadas pretensiones que la han viciado. Aquí el pensamiento
reducido a superfluidad, revela cuan estrambótico es en la vida vivir
par propia cuenta luchando y proyectando. No olvidar nunca que, debajo
de todo, el hombre esta desnudo. Hay un caso en el cual uno se desnuda y
se muestra: y es para hacer la cosa menos razonable y más vergonzosa de la vida.
Los puntos son: que lo real es rec1usión donde
justamente se vegeta y siempre se vegetara; y que todo lo demás, el
pensamiento, la acción, es pasatiempo, tanto dentro como fuera. Importa,
pues, poseer bien este real, prescindiendo de todo lo demás. También a
causa de que, si no existiese la compañíaa, como ocurri6 en un tiempo,
ni siquiera se aprovecharía el pasatiempo pensamiento-palabra, sino que
se estaria como un tronco, viviendo. Ahí está (repito) el drama: hablar
mal del pensamiento-palabra, y por lo tanto de la vida-pasatiempo,
añorandoo en silencio todo lo demás y exaltando por rabia lo real,
siempre posible en cualquiera como segregación entera.
1937
8 de enero
Los errores son siempre iniciales.
13 de enero
Los viejos y los jóvenes (de Luigi Pirandello, N.
del E. I.) es una novela a frustrada porque, atestada de antecedentes y
explicaciones sociales y políticas que deberían convertirla en un poema
moral de ideas con organización y desarrollo dramático, se fragmenta, en
cambio, en personajes que tienen como ley interna la soledad y terminan
todos -con la lógica de la soledad- en la locura, el embrutecimiento,
el suicidio o la muerte sin heroísmo. Todos están deformados en un
capricho, en un habito interno, que tiende a expresarse o en monólogo o
en caricatura.
El relato carece de un ritmo de alternancia de prosa dilatada y de diálogo; y no existe la forma
de la soledad salvo para cada personaje por su lado; falta la epopeya
del mundo de solitarios. Mas aún, cada personaje por separado está
construido desde el exterior por antecedentes, análisis, salidas, que no
tienen un ritmo; se nota que el autor acumula con cálculo lógico muchas
cosas para justificar los momentos en que el solitario culmina y se expresa, a veces con mucha eficacia.
La prueba de esa esencial composición en frío es el estilo, lucido,
vítreo, aunque coloreado de vez en cuando por arranques pasionales.
Estos son calculados, razonados, también.
17 de enero
Cuanto más se enreda un hombre en una pasión, más
dolor Ie provocan hechos en sí indiferentes; desilusionando,
precisamente por su indiferencia, su tensa avidez. Un ambicioso sufrirá
por la fallida muestra de reconocimiento por parte de un hombre célebre;
el cual inferirá a un evangélico que bus que su conversación escrúpulos
de tentación; que a su vez despecharán a un individualista, asaltándolo
a su pesar. La envidia, ambición invertida, está en la base de toda
angustia sufrida. No se puede tolerar que una cosa se produzca
indiferentemente, por azar, al margen de nuestra impronta.
Cualquier tipo de fervor lleva consigo una tendencia a percibir una
prefijada ley en la vida, que castiga a quien abusa del fervor o lo
descuida. Un estado de pasión -aunque fuese la ebriedad de la absoluta
autodeterminación- organiza y anima el universo de modo tal que cada
revés parece luego causado por una ruptura del vital equilibrio de esa
difusa pasión, que así se defiende como un cuerpo vivo. Y según el
temperamento, parecerá haber abusado o haberse mostrado inferior: en
cualquier caso, uno se sentirá orgánicamente castigado por la
ley de la propia pasión y del universo. Lo cual equivale a decir que
todo fervor IIeva consigo un supersticioso convencimiento de tener que
ajustar cuentas con la propia lógica de las cosas. Hasta el fervor de
,quien no cree en la transcendencia de una ley.
28 de enero
Cualquier desventura, o nos hemos equivocado y no
es una desventura, o nace de alguna culpable insuficiencia nuestra. Y
como si nos equivocamos la culpa es nuestra, así no debemos culpar a
otros, sino a nosotros, de cualquier desventura. Conque consuélate.
18 de junio
1 Gentuza - Sacerdote - Charlas (Tarde)
2 En fuga - Camino - Silbido (Crepúsculo)
3 Investigación - Sacerdote rezando
4 Mujer y él (Noche avanzada)
5 (Mañana) Investidura - Regreso (1).
31 de octubre
Se deja de ser jóvenes cuando se comprende que decir un dolor no altera la situación.
6 de noviembre
El mayor error del suicida no es matarse, sino
pensar en ello y no hacerlo. Nada hay más abyecto que el estado de
desintegración moral al que lleva la idea -el hábito de la idea- del
suicidio. Responsabilidad, conciencia, fuerza, todo flota a la deriva
sobre ese mar muerto, y se hunde y reaflora fútilmente, para escarnio de
cualquier estímulo.
El verdadero raté [fracasado] no es el que
no tiene éxito en las grandes cosas -¿quién lo ha tenido nunca?- sino
en las pequeñas. No llegar a construirse una casa, no conservar a un
amigo, no contentar a una mujer: no ganarse la vida como todo el mundo.
Ese es el raté más triste.
9 de noviembre
La repetición en las nuevas poesías no tiene una
razón musical, sino constructiva. Obsérvese cómo las frases-clave están
en ellas siempre en presente, y cómo las otras convergen hacia él aunque
estén en pasado. Quiero decir que en estas poesías me sucede que aferro
una realidad actual, no narrativa sino evocativa, donde le ocurre algo a una imagen, le ocurre ahora, en cuanto la imagen es ahora elaborada por el pensamiento y se la ve obrar y hundir sus raíces en la realidad.
La palabra o frase repetida no es sino el nervio de esa imagen,
construido de cabo a rabo como un andamiaje, el eje por el cual la
fantasía gira sobre sí misma y se sostiene justamente como un giroscopio
que existe sólo en el presente, en acción, y luego cae y se convierte en un hierro cualquiera.
13 de noviembre
A los pequeiios grandes hombres les llega siempre
un momento en el que les hacen pagar su grandeza diciéndoles: «Eres
grande, y justamente por eso no me arriesgo a confiarte mi vida.»
Un hombre no añora por amor a quien lo ha traicionado, sino por el envilecimiento de no haber merecido confianza.
16 de noviembre
¿No esta ya claro todo su destino en un niño de
tres años que, mientras lo visten, piensa inquieto en como se las
arreglará para vestirse de mayor, él, que no sabe?
Para poseer algo o a alguien, es preciso
no abandonarse a él, no perder la cabeza, en suma, seguir siendo
superior. Pero es ley de vida que se goza sólo aquello a lo que
nos abandonamos. Si que fueron listos los inventores del amor de Dios:
no existe otra cosa que a la vez pueda poseerse y gozarse.
17 de noviembre
Toda mujer desea ávidamente un amigo al que
confiarse y con quien llenar el vacío de las horas en que el tercero
esta lejos; exige que ese amigo no le perturbe su amor; se irrita cuando
le pide algo que se interfiere con su amor; pero si el amigo se
encierra en si y mortifica sus miradas y sus palabras con el único fin
de no sufrir con ese deseo, al punto la mujer -toda mujer- saca de nuevo
miradas, uñas y palabras para saber que sufre y verlo sufrir. Y lo hace
sin darse cuenta.
Y sobre todo, recuérdese que hacer poesías es como hacer el amor: nunca se sabrá si la propia alegría es compartida.
Es increíble que la mujer adorada venga a decirnos
que sus días son vacíos y angustiados, pero qué no quiere saber nada de
nosotros.
La compensación de haber sufrido tanto es que después morimos como perros.
Los grandes poetas son tan raros como los grandes
amantes. No bastan las veleidades, las furias y los sueños; se necesita
algo más: cojones duros. Que se llaman también mirada olímpica.
20 de noviembre
Todo cuanto yo podía conceder a la «poesía pura» es
el resultado de la unificación estática de cada poesía en el instante
contemplativo. Falta la oratoria, al faltar el pensamiento encadenado.
Todo se resolverá en una ardiente iluminación de los diversos
pensamientos y de las sensaciones entrelazadas. La imagen-relato era
esto. Sólo que era un relato hecho con un solo verbo (Mató –
Fumó – Bebió – Gozó – etc.).El problema es cómo salir de la simple
proposición y escribir períodos. ¿Será como en la novela actual?
¿Sustituir los hechos concatenados por un paisaje interior? ¿Volver a la
idea de dar el pensamiento en movimiento?
El modo más ordinario y trivial de narrar el pensamiento es plantear una figura que va construyéndose con el propio pasado y el futuro. El viejecito de Simplicidad. El dios-hombre de Mito. La puta de la Puta campesina (2).
El método de estas poesías es un compromiso entre la posición del
personaje y la lógica fantástica de la materia que 10 construye. No
cuento solamente su esencia y no cuento solamente mi fantasear. Es
siempre ambiguo si ellos piensan o yo los pienso. Me interesan a la vez
sus experiencias y mi lógica fantástica. Pero seamos claros: mi lógica
es un medio, un modo de ser de sus experiencias. El «descubrimiento de
relaciones que es en si argumento de mi narrar» pareceda pues una
quimera.
Seamos claros: at the back of my head [en el fondo de mi
mente] no tolero que el argumento sea el descubrimiento de relaciones.
Ni siquiera en el éxtasis el medio es el fin. En la práctica nadie puede
contar su estilo: el estilo es por definición algo que se utiIiza para
un fin.
Cuando el estilo se convierta en un fin, se convertirá en algo
objetivo, una situación, y no se ve por qué deba tener mayor dignidad
que cualquier otro mundo narrativo.
Del primo de los Mares del Sur decía que hacía esto y
aquello, mientras que de la puta campesina digo que por la mañana vuelve
a sentir, sugerido por el ambiente (olores, sol, miembros, cama), el
conjunto de su infancia y con este propósito se piensa el sentencioso
final.
También del ermitaño del Paisaje I decía que hacía esto y aquello y la novedad respecto a los Mares consistía en que aquellos hechos tenían relaciones fantásticas objetivas. Solamente con el «yo»de Gente desarraigada empiezo a decir que se piensa un conjunto fantástico, y este pensar es materia de relato.
Nace pues del yo-personaje la imagen-relato (cfr. también el yo adolescente de los Mares que en su pequeñez es ya persona de la cual se dice menos lo que hace que lo que piensa). Este es el punto: el yo escondido del Dios-cabro, el yo de Manía de soledad, el yo de Pensamientos de Dina lo
confirman: el yo que narra su pensar ha creado el método de las
sucesivas poesías en tercera persona donde el argumento ya no es lo que
hace el personaje, sino lo que piensa. La poesía a partir de entonces
expresa el conjunto fantástico interno del personaje. Y no tiene
importancia específica el que el seco pensar se haya convertido, a
partir del ermitaño, en exuberancia de sensaciones.
Me equivocaba en el Oficio del poeta al afirmar que con el
ermitaño he hecho de la imagen el argumento del relato: con el ermitaño
he aprovechado por vez primera las sensaciones y sus relaciones, pero
los argumentos seguían siendo los hechos.
Así, entrevisto el momento evolutivo, esta claro por qué me parecía
que debía hablar de un compromiso. Si la imagen-relato nació
empíricamente de la situación de un yo que cuenta sus asuntos en forma
de pensamientos (= imágenes), las poesías objetivas, en tercera persona,
son una normal transposición a tercera persona de la secular técnica
introspectiva. Por aguda o pasmosa que sea la evocación de los diversos
conjuntos fantásticos (las imágenes-relato), he aquí que se aclara cómo
el tema no es el proceso lógico-fantástico de una mente, sino que sigue siendo lo que esa mente piensa y sien te. No el estilo, sino el contenido. Lo cual es una conclusión tan normal, que parece estúpida.
Seamos clarísimos: para obtener un verdadero relato del pensar debería evocar el complejo interior de alguien que me dite sobre sus propios modos de pensar. Lo cual no parece un gran tema.
La verdad del lema: «Renunciad a la tierra y la
tierra os será dada por añadidura» consiste en esto: que al haber
renunciado a todo, se agigantan las pequeñas cosas que aún nos quedan.
Es un modo, en suma, de sacarle el jugo a las cosas mínimas
habitualmente descuidadas.
Y además hay esto: para los otros, el valor de las cosas que ellos
mismos nos niegan, está marcada en gran parte por nuestra avidez de
poseerlas. Si miramos hacia otra parte, al punto los propietarios de las
cosas las verán desmerecerse entre sus manos, y nos las arrojarán.
Esto para la sabiduría mundana. Pero como la sentencia pretende tener
una referencia mística, de ella se sigue un gran daño para el
misticismo. ¿Hasta Dios dará un valor a sus creaciones según nosotros
las deseemos o no? Un Dios con complejo de inferioridad, ¡quién lo
diría!
21 de noviembre
Si es cierto que nos acostumbramos al dolor, ¿cómo es que con el paso de los años sufrimos cada vez más?
No, no son locos esa gente que se divierte, que
disfruta, que viaja, que jode, que combate -no son locos, y eso es tan
cierto que quisiéramos hacerlo también nosotros.
Si en todas las cosas triunfa el martilleo, ¿por que no también en ésta?
Pensar que ese cuerpo tiene un pensamiento, un
despertar, un reposo, una languidez, una duración cotidiana, y que si yo
fuese ese hombre tendría de veras todo eso, en la habitación contigua o
ante los ojos. El día terminaría en ella: eso, eso he perdido. Y no hay
fuerza humana que pueda devolvérmela. Y todo eso ha sido desperdiciado
sin amor. Y no es un delito, no es un pecado, no es siquiera una
incorrección: es una cosita que se hace; que no remuerde, como aplastar
un mosquito.
Anímate, hay una ley moral.
23 de noviembre
La única alegría en el mundo es comenzar. Es hermoso vivir porque
vivir es comenzar, siempre, a cada instante. Cuando falta esta sensación
-prisión, enfermedad, hábito, estupidez- uno quisiera morir .
Y por eso cuando una situación dolorosa se reproduce idéntica -parece idéntica- nada vence su horror.
El principio antedicho no es en modo alguno de un viveur. Porque
hay más hábito en la experiencia a toda costa ( cfr. el feo «viajar a
toda costa» ), que en los carriles normales aceptados debidamente y
vividos con transporte e inteligencia. Estoy convencido de que hay más
hábito en las aventuras que en un buen matrimonio. Porque lo propio de
la aventura es conservar una reserva mental de defensa; por lo cual no
existen buenas aventuras. Es buena la aventura a la cual uno se
abandona: el matrimonio, en suma, incluso los hechos en el cielo.
Quien no siente el perenne recomenzar que vivifica una existencia
normal y conyugal es, en el fondo, un necio que, por mucho que diga,
tampoco siente un verdadero recome.nzar en cada aventura.
La lección es siempre una sola: lanzarse de cabeza y saber aguantar el
castigo. Es mejor sufrir por haberse atrevido a obrar en serio, que to
shrink [retroceder] (¿o to shirk? [esquivar, eludir]). Como en el caso
de los hijos: lo exige la naturaleza, por lo demás, y echarse atrás es
cobarde. Al final -ya se ha visto- se paga más caro.
26 de noviembre
¿Por qué olvidamos a los muertos? Porque ya no nos sirven.
A un triste o a un enfermo lo olvidamos -lo rechazamos- a causa de su inservibilidad psíquica o física.
Nadie se abandonará jamás a ti, si no ve en ello su propio provecho.
¿y tú? Creo haberme abandonado una vez desinteresadamente. Conque no
debo llorar por haber perdido el objeto de aquel abandono. Ya no habría
sido desinteresado, en este caso.
Y sin embargo, al ver cuánto se sufre, el sacrificio es contra natura.
O superior a mis fuerzas. No puedo no llorar. y llorar es ceder al
mundo, y reconocer que se buscaba un provecho.
¿Hay alguien que renuncie pudiendo tener? Esta caridad no es sino el ideal de la impotencia.
Entonces, ya basta de virtuosa indignación. De haber tenido dientes y astucia habría cogido yo la presa.
Pero esto no quita que la cruz del desilusionado, del fracasado, del
vencido -de mí- sea atroz de llevar. Después de todo el más famoso
crucificado era un dios: ni desilusionado ni fracasado ni vencido. y sin
embargo, con todo su poder, gritó «Eli». Pero después se recobró, y
triunfó, y ya lo sabía antes. A este precio, ¿quién no querría la
crucifixión?
Muchos han muerto desesperados. y ésos han sufrido más que Cristo.
Pero lo grande, la tremenda verdad es ésta: sufrir no sirve de nada.
Todos los hombres tienen un cáncer que los roe, un excremento diario,
un mal a plazo fijo: su insatisfacciÓn; el punto de choque entre su ser
real, esquelético, y la infinita complejidad de la vida. y todos tarde o
temprano lo advierten. En cada uno habrá que indagar, imaginar, el
lento advertirlo o el fulmíneo intuir. Casi todos -parece- rastrean en
la infancia los signos del horror adulto. Indagar en este vivero de
descubrimientos retrospectivos, de pavores, en este angustioso hallarse
prefigurados en gestos y palabras irreparables de la infancia. Las
Florecillas del Diablo. Contemplar sin tregua este horror: lo que ha
sido, será.
29 de noviembre
¿No deberá sorprendenne, en alguna mañana de niebla y de sol, el
pensamiento de que cuanto he tenido ha sido un don, un gran don? ¿Que de
la nada de mis padres, de aquella nada hostil, he brotado y crecido yo
solo, con todas mis cobardías y mis glorias, y con trabajo y dureza,
evitando toda suerte de peligros, he llegado a este hoy, robusto y
concreto, encontrándola a ella sola, otro milagro de la nada y del azar?
¿y que cuanto he gozado y sufrido con ella, no ha sido sino un don, un
gran don?
1 de diciembre
Mi felicidad sería perfecta de no ser por la huidiza angustia de
hurgar en su secreto para volverla a hallar mañana y ,siempre. Pero
quizá me confundo: mi felicidad está en esa angustia. y una vez más
retorna la esperanza de que acaso mañana bastará el recuerdo.
2 de diciembre
Hoy has hablado demasiado.
4 de diciembre
Tienen sentido del humor quienes tienen sentido práctico. Quien
descuida la vida arrobado en su ingenua contemplación (y todas las
contemplaciones son ingenuas), no ve las cosas apartadas de sí mismo,
dotadas de libre y complejo y contrastante movimiento, lo cual
constituye la esencia de su comicidad. Lo propio de la contemplación
consiste en cambio en detenerse en el sentimiento difuso y vivaz que
surge en nosotros al contacto con las cosas. Ahí está la excusa de los
contemplativos: viven en contacto con las cosas, y no sienten
necesariamente su singularidad y sus propiedades, sino que solamente las
sienten. Los prácticos -paradoja- viven apartados de las cosas, no las
sienten, sino que comprenden sus mecanismos. y sólo se ríe de una cosa
quien está apartado de ella. Aquí está implícita una tragedia:
conseguimos práctica de una cosa apartándonos de ella, es decir,
perdiendo el interés por ella. De ahí, la afanosa carrera.
Naturalmente, de ordinario nadie es contemplativo o práctico de modo
total, pero como todo no se puede vivir, a los más duchos les queda un
sentimiento de algo.
Has confiado tu vida a un cabello: no te debatas, pues de lo contrario lo arrancarás.
La ingenuidad tiene una astuciá propia que proviene justamente de su
insouciance [despreocupación]. «Eres tan estúpido que nadie se te
resiste.»
Bajo una variedad de curiosos recursos, una allpervading tontería es la mejor política.
11 de diciembre
No es cierto que la castidad sea un atractivo sexual -ni siquiera
supuesto-, porque entonces a las mujeres deberían parecerles apetitosos
los frailecillos y curitas recién salidos, que se supone que toman en
serio la regla. y en cambio les apetecen puercos vejestorios -los
hombres duchos-, calvos y maliciosos.
Y tú, ¿soñaste alguna vez con monjas?
13 de diciembre
Prueba a hacer el bien a alguien. Al poco tiempo verás cómo odias esa cara compungida y radiante.
16 de diciembre
¿Maldito quien aux choses de l'amour mélat l'honnéteté [
con las cosas del amor mezclara la honradez]? Lo mismo vale para las
cosas del arte. La razón está en que arte y vida sexual nacen del mismo
tronco.
Sin embargo, al igual que es grande el artista que construye
amoralmente un sólido mundo moral, gran amante es quien aporta una
extraordinaria intensidad moral a cada uno de sus universos eróticos. El
artista es siempre sincero consigo mismo, so pena de fracasar en su
obra. El gran amante, ídem ( cfr .25 de febrero -primeros de marzo del
34): so pena de no sentir su amor.
17 de diciembre
Primer amor: «cuando seamos mayores, de estas cosas podremos hablar con las mujeres».
25 de diciembre
Con amor o con odio, pero siempre con violencia.
Ir al confinamiento no es nada; regresar de allá es atroz.
El hombre de masa no debería ser el callejero, sino el disciplinado. Nosotros no somos ni el uno ni el otro.
Hay algo más triste que envejecer, y es seguir siendo niño.
Si el follar no fuese la cosa más importante de la vida, el Génesis no empezaría por ahí.
Naturalmente, todos te dicen: «¿Qué importa? Eso no lo es todo. La
vida es varia. El hombre vale para otra cosa», pero nadie -ni siquiera
los hombres- te echa un vistazo si no tienes esa potencia que irradia. y
las mujeres te dicen: «¿Qué importa?, etcétera», pero se casan con
otro. y casarse significa construir una vida. y tú no te la construirás
nunca. Eso significa haber sido niño demasiado tiempo: eso.
Si te ha ido mal con ella, que era todo tu sueño, ¿con quién te podrá
ir bien nunca? ¿ Recuerdas cómo se aniquilaron para siempre el 9 de
abril tus sueños de casas obreras y límpidas, tus avenidas arboladas que
daban a un prado, tu ciudad fría bajo las montañas, los anuncios de
neón rojo frente a la plaza de las montañas, los domingos errantes hacia
esa plaza, por el empedrado, y además tu desgarrador sueño de compañías
piamontesas internacionales, de muchachas que viven solas y trabajan,
de plebeya elegancia y serenidad, y además todas tus poesías del primer
año? ¿No está toda tu juventud en el cine yen la plaza Statuto? ¿Muerta,
totalmente muerta?
¿Recuerdas cómo pensabas en Brancaleone en la plaza Statuto?
Precisamente a ti tenía que pasarte el concentrar toda la vida sobre
un punto, para descubrir luego que puedes hacer cualquier cosa menos
vivir ese punto.
Después de todo hoy es 25. Y ella está en la montaña. Hubo un 25 que no fue. ¿De veras?
¿Qué importa vivir con los otros, cuando a cada cual se le da un ardite de todas las cosas verdaderamente importantes para uno?
Para agradar a los hombres es preciso profesar lo que cada uno de esos hombres en su vida secreta rechaza y odia.
Sinceramente. Preferiría morir yo, que recibir esa noticia de ella. De
veras, quisiera creer en Dios para rogárselo. Que no muera. Que no le
ocurra nada. Que todo esto sea un sueño. Que perdure un mañana. Que más
bien desaparezca yo.
Enseña más una sola criatura que cien.
1938
16 de enero
Quisiera estar siempre -como estoy esta mañana- seguro de que, al
estar la voluntad del adulto condicionada por las cien mil decisiones
tomadas sucesivamente por el niño en estado de irresponsabilidad,
resulta ridículo hablar de libre albedrío en el adulto. Nos encontrarnos
poco a poco caracterizados (a los 16, a los 18, a los 20, a los 22,
etc.) sin saber siquiera cómo hemos llegado a eso, y es indudable que
según los diversos caracteres obraremos de un modo u otro: ¿ en qué
queda el libre y consciente albedrío?
¿Es concebible que se mate a una persona para contar en su vida? Pues
entonces es concebible que nos matemos para contar en la nuestra.
La dificultad de suicidarse está en esto: es un acto de ambición que
sólo se puede cometer cuando se ha superado toda ambición.
Las «ilusiones» de Leopardi han vuelto a bajar a la tierra.
21 de enero
A una mujer le interesa saber despertar el deseo del hombre, pero la horroriza que se conozca esta capacidad suya.
El hecho de que la poesía decadente francesa y por tanto europea se
haya formado y consolidado sobre la experiencia secular del song inglés y
especialmente sobre Poe, ¿no valdría para probar que gran parte de su
afición a los efectos fónicos y de sus investigaciones sobre el valor
esencial, mágico, de las palabras, nace de la frecuentación de una
poesía extranjera siempre y sólo semientendida y por lo tanto saboreada
esencialmente como sonido y como sugestión mágica de sílabas
misteriosas?
22 de enero
Es concebible un individuo que haciéndose pequeñito,
desapareciendo, decolorándose, atraviese con una compañera los mejores
años de su vida, intacto de desventura. No es concebible un triunfador,
un ruidoso, un erótico, que escape a la ironía de la vida.
¿Quién hubiera pensado nunca que tras haber aspirado de todas las
maneras al aislamiento sexual, a la «autarquía», iba a descubrir en mi
propia piel que deseaba casarme esencialmente como prueba de confianza
por parte de la mujer? ¿y por serenidad sexual?
Si nacieras otra vez deberías andarte con cuidado incluso al apegarte a tu madre. Sólo saldrías perdiendo.
(Suya)
«Para entender que tener celos carnales es una tontería, es preciso haber sido libertino»…
1 de febrero
Es fácil ser buenos cuando no estamos enamorados.
2 de febrero
Las mujeres más exigentes en materia de capitales del pretendiente son
aquellas que «desprecian el dinero». Porque, para despreciar el dinero,
es necesario, precisamente, tenerlo, y mucho.
¿Quieres saber en qué piensa una mujer cuando le pides que se case contigo? Lee Moll Flanders.
16 de mayo
Has hojeado Trabajar cansa y te ha desalentado: composición amplia,
carencia de todo momento intenso que justificaría la «poesía». Las
famosas imágenes que serían la propia estructura fantástica del relato
no las has visto: ¿valía la pena gastar en eso de los 24 a los 30 años?
En tu lugar, yo me avergonzaría.
24 de mayo
Es hermoso cuando un joven -dieciocho, veinte años- se para
a contemplar su agitación e intenta aferrar la realidad y aprieta loS
pUñoS. Pero es menos hermoSo hacerlo a los treinta como si nada hubiera
ocurrido. ¿ y no te escalofría pensar que lo harás a los cuarenta, y aun
después?
26 de mayo
La razón de que los únicos filones ricos en materia que
has encontrado sean los años de los seis a los quince, de los que te
llegan historias y poesías maduras y sabrosas, es ésta: en aquellos años
vivías en el mundo, como un obtuso ternero, pero en el mundo. Tu yo
influía, sí, en todos tus contactos prácticos con el mundo, pero dejaba
intacta la corriente de simpatía entre tú y las cosas.
Pasados los quince tu yo salió de la brutalidad práctica y comenzó a
erigirse también en un mundo que hasta entonces había sido el de la
contemplación pura. y todo se volvió estéril y turbio y voluntario.
El problema de salir de la adolescencia treintañera en que te mueves
es éste: ver los manejos de la virilidad con los mismos ojos prácticos
con que el niño veía los suyos, pero zambullirte con la misma ingenuidad
en la corriente de simpatía por este asqueroso mundo.
En el fondo, la única razón por la que se piensa siempre en el propio
yo es porque con nuestro yo debemos estar más de continuo que con
cualquier otro.
A propósito de aquella historia de los filones. Hay que poner de
relieve, empero, que de las muchas experiencias de tu infancia elegiste
algunas que tienen aire de familia, entre soñador y brutal, y las
elegiste justamente en la larga elaboración de los años adolescentes.
¿Cómo queda?
El caso es que realmente tuyo es sólo lo que retorna infinitas veces a
tu fantasía, y no puedes dejar de soñar. Problema: ¿lo eliges porque
tienes gustos ya formados, o es eso lo que te forma el gusto? La
consabida respuesta -que nacen juntos- no me parece gran cosa.
2 de junio
En las cosas sexuales me parece que el hombre, al
satisfacerse, se tranquiliza y aleja, la mujer se enciende aún más y se
vuelve libidinosa.
Razón ésta del hecho natural de que la mujer huye, e intenta
perennemente dejar al hombre con el antojo, para ligarlo a sí. Mientras
que al hombre de nada le sirve negarse a la mujer para ligarla a sí.
Además la mujer, que hace al hijo, encuentra en éste su paz; el
hombre, si no encontrase la paz en el simple coito, no la encontraría
nunca.
17 de junio
El efecto del dolor ( desgracias, sufrimientos, siempre
que sean mentales) es crear un alambre espinoso en la mente y obligar a
los pensamientos a evitar ciertas áreas, para escapar a las angustias
que en ellas reinan. En este sentido, sufrir limita la eficacia
espiritual.
Y no es tan gloriosamente cierto que, una vez acabado el dolor, la
propia potencia resulte aumentada, ante todo porque siempre queda en esa
área cierto magullamiento, y una tendencia a evitar el mal paso, y
además porque, si durante la pena no se ha conquistado nada, no se ve
cómo podremos conquistarlo después, en la normalidad.
El hecho es éste, que se ha conquistado experiencia: es decir, la cosa
más abstracta y vana. En cuanto al temple, se ha debilitado sólo.
Ningún carácter posee después de un dolor el temple que poseía antes. Al
igual que ningún cuerpo después de una herida tiene la salud de antes,
sino un endurecimiento exacerbado: el famoso estado córneo.
Todos esos grandes espiritualistas hablan en el fondo de resultados
materiales: nociones sobre sí mismo, sobre la vida, máximas que se nos
dan. etc. La eficacia, el temple, la «resistencia del puente»,
cualquiera ve claramente que con el dolor sufre sólo una limitación de
actividad, y cuando vuelve a tener campo libre ni siquiera tiene la
ventaja de haberse fortalecido con un descanso -dado que sufrir desgasta
y lima, aun cuando no deje jugar libremente.
13 de julio
Es pecado lo que inflige remordimiento.
Es natural que las mismas cosas sean pecado para uno y no para otros (
5 de mayo del 36) : basta con no tener remordimientos. ¿Qué hacer?
Hacer lo que dice el 22 de junio del 38. y de momento quitarse de la
cabeza que el remordimiento es una realidad absoluta que infaliblemente
nos cae encima. Lo experimentan sólo conciencias especialmente educadas.
Por lo tanto podemos educarnos para no sentirlo. Dicen que sentirlo por
muchas y muchas acciones por las que el ineducado no siente nada, es
prenda de finura y de riqueza interior. ¿Será verdad? ¿No es concebible
una riqueza interior que no conduzca a exclusión de estados de
conciencia, sino que los acepte todos, incluso esos que suelen dar
remordimientos ? Aquí hay un sofisma, porque si cualquier tipo de estado
de conciencia es enriquecimiento, también el del remordimiento es
enriquecimiento, y volvemos al punto de partida.
Pero al hablar de enriquecimiento se habla de goce. Diremos, pues, que
hasta el estado de remordimiento es bienvenido, no en sí mismo (pues,
como todo dolor -17 de junio- es en su actualidad empobrecimiento,
anquilosamiento, petrificación), sino como premisa del goce
proporcionado por la compunción y consiguiente elección resuelta de
nuevas buenas acciones que no nos den remordimiento.
Queda en pie, sin embargo, que esta condición («sólo las que no nos
den remordimiento») parece atarnos de pies y manos y por ende
empobrecernos.
Por no decir que, si el remordimiento y la correspondiente compunción y
resolución de obrar bien son un proceso positivo (enriquecimiento), no
está claro por qué no se debería pecar para recorrer luego esta escala
de enriquecimiento.
Conclusión: en efecto, es legítimo pecar de modos inauditos,
descubridores, que nos provocan remordimientos, y por tanto compungidas
resoluciones, nuevas para nosotros ( =enriquecimiento).
Es pecado sólo rehacer una acción que ya se sabe que provoca
remordimiento y por lo tanto una resolución ( enriquecimiento) que ya no
nos enriquece, al habernos enriquecido una vez. ¿Está claro?
14 de julio
Para entender la actitud seria de una mujer entre muchos
jovenzuelos, reservada y desenvuelta y embarazada y compungida. piensa
en la tuya, ante cinco o seis putas que te miran y esperan la elección.
22 de julio
Estar en guardia con quien nunca se irrita. (Cfr. 7 de diciembre del 37, VI.)
Una vez escrita la primera línea de un relato ya todo está elegido, el estilo, el tono y el cariz de los hechos.
Dada la primera línea, es cuestión de paciencia: todo el resto debe y puede salir de ella.
También puede darse que tener en el fondo del corazón un
remordimiento, la llaga de una villanía cometida en el pasado, aumente
la conciencia que tenemos de nosotros mismos, nos vuelva interesantes
para nosotros mismos, nos ocupe muchos minutos desolados que de no ser
así transcurrirían flotando en el vacío.
Cualquier remordimiento, porque una mala acción siempre ha sido una
afirmación de pasión y por lo tanto por un momento nos dio la ilusión de
tener cierta energía.
El remordimiento de no haber sido capaces, en cambio, no proporciona
ningún consuelo, a menos que se logre interpretarlo como una afirmación
de energía, de sacrificio, de desinterés, etc. Pero no siempre es un
fácil trick [truco, trampa], éste.
28 de julio
El nervio de toda trama está en esto: ver cómo aquel
fulano se las arregla en aquella situación. Lo cual significa que
cualquier trama es siempre un acto de optimismo. puesto que es una
investigación sobre cómo se reacciona (es evidente que incluso la
derrota de aquel fulano es este acto: si para el autor sale derrotado,
significa que no supo arreglárselas ). Este es el mensaje de cualquier
trama: así se debe, o no se debe, obrar. Por eso existen obras
inmorales: las obras donde no hay trama.
El arte moderno, que parece huir de la trama, se limita a sustituir la
ingenua de hechos de crónica por una sutilísima miríada de
acontecimientos interiores en los que a los personajes sustituye un solo
personaje (average man) [hombre medio] que cual. quiera de nosotros
puede ser; más aún, es, bajo las antiguas y groseras esquematizaciones
psicológicas.
El vértice de este arte se alcanza con un truco : al average man
mirado como héroe extraordinario (primer momento del arte moderno) lo
sustituye el héroe extraordinario mirado en su normalidad (
averageness). y como se evitan las esquematizaciones del pasado, se
busca el héroe extraordinario en lo patológico (lo extraordinario común)
y se le sigue con indiferente homeliness [sencillezJ (¿Faulkner?
¿O'Neill? ¿Proust?).
7 de agosto
El seno verdaderarnente hermoso es el que consiste en
todo el pecho, aguzado en dos, y tiene raíces por tanto hasta las
costillas.
Los otros son hermosas cosas añadidas, pero el pecho existe bajo ellos.
28 de agosto
La sutil fascinación de las convalecencias consiste en
esto: tornar a nuestras propias costumbres con la ilusión de
descubrirlas.
Es preciso transformar en virtudes nuestros propios defectos
irreductibles. Confirmado que me gusta representar ante mí mismo. puedo
rescatar esta boba dispersión aprendiendo a revestirme de papeles
desconocidos y verlos así desarrollarse según su naturaleza. En el fondo
es una premisa de poesía.
19 de septiembre
Los hombres que tienen una tormentosa vida interior y que no buscan
desahogo en sus palabras o en sus escritos, son simplemente hombres que
no tienen una tormentosa vida interior.
Dadle una compañía al solitario y hablará más que nadie.
22 de septiembre
Basta a veces, en la segunda línea, una pincelada
naturalista («Hacía un tiempo fresco, con un poco de niebla») para
provocar páginas y páginas de un naturalismo implacable, documentales y
no ya narradas, es decir, donde cada acontecimiento se sitúa en el plano
de dicha pincelada, negándose a dejarse repensar.
Estas precisiones iniciales («Hacía...») sirven sólo en el caso de un
cuento que acaece en un curso breve y muy determinado temporalmente
(Noche de fiesta), en los cuentos, en suma, que tienen un corte y una
evidencia escénica y que podrían ser representados. En el escenario, en
efecto, todo ocurre documentalmente, y el decorado y los gustos
corresponden a las descripciones.
El verdadero relato (Primer amor y el Campo de trigo) trata el tiempo
como materia y no como límite y lo domina acortándolo o haciéndolo
discurrir más lentamente y no tolera acotaciones que son el tiempo y la
visión de la vida real; resuelve, más bien. en impulso (síntesis
fundamental o idea generadora) de construcción (distancia de perspectiva
o reflexión) el ambiente temporal.
Pasados los treinta, cada cual identifica la juventud con la tara más
grave que le parece haber descubierto en sí. (Cfr. 31 de octubre del
37.)
29 de septiembre
Deberé dejar de jactarme de que soy incapaz de
sentimientos comunes (placer de la fiesta, alegría de la muchedumbre,
afectos familiares, etc.). Soy incapaz, en cambio, de sentimientos
excepcionales (la soledad y el dominio) y si no tengo mucho éxito con
los comunes es porque una ingenua pretensión a los otros me ha corroído
el sistema de reflejos, que tenía normalísimo.
En general uno se contenta con ser incapaz de los comunes, y se cree que eso significa «ser capaz de los otros».
Análogamente, se puede ser incapaz de escribir una tontería e incapaz
de escribir una cosa genial. Una incapacidad no postula la otra
capacidad, y viceversa.
Se odia lo que se teme, es decir, lo que se puede ser, lo que se
siente ser en parte. Nos odiamos a nosotros mismos. Las cualidades más
interesantes y fértiles de cada uno son esas que cada uno odia más en sí
y en los otros. Porque en el «odio» está todo: amor, envidia,
ignorancia, misterio y ansia de conocer y poseer. El odio hace sufrir.
Vencer el odio es dar un paso hacia el conocimiento y dominio de sí, es «
justificarse» y por lo tanto dejar de sufrir.
Sufrir es siempre culpa nuestra.
3 de octubre
Sabemos muchas cosas que en la práctica de nuestra
vida no se realizan de la misma forma. El hombre de acci6n no es el
ignorante que se lanza al peligro olvidándose de sí, sino el hombre que
vuelve a encontrar en la práctica las cosas que sabe. Del mismo modo el
poeta no es el inepto que adivina, sino la mente que encarna en la
técnica las
cosas que sabe.
Del «29 de septiembre» se deduce que odiar es
necesario. Cada contacto con una nueva realidad se inicia con el odio.
El odio es un presupuesto del conocimiento. Las molestias prácticas no
son odio sino en la medida en que salgan de la esfera del interés y se
conviertan en repugnancia ante un desconocido, cosa que en mayor o menor
grado ocurre en todos los casos.
La eterna falsedad de la poesía estriba sus hechos ocurren en un tiempo distinto del real.
5 de octubre
La ofensa más atroz que se puede inferir hombre es negarle que sufra.
Al igual que no pensamos en el dolor ajeno, podemos no pensar en el propio.
10 de octubre
Naturalmente, admites que el más odioso de los
hombres coma a dos carrillos y lo pase en grande. Y esto te parece
incluso el subrayado de su odiosidad.
Y admites, pues, que el más odioso de los hombres goce la mujer más
hermosa, viva con ella en buena armonía, tenga una casa espléndida y de
buen gusto, sea padre feliz, domine en el mundo, disfrute con la
honradez, etc.
¿Acaso hay diferencia entre comer con ganas y estos otros placeres? Y no
sólo eso, sino que debes también concederle el placer de sentirse
infeliz de vez en cuando, sumamente infeliz, de sentirse noble por su
sufrimiento.
¿Qué le puedes negar al más odioso de los hombres ? No puedes negarle nada.
Reír descomedidamente es tan signo de debilidad como llorar. En efecto, después uno se siente hecho un trapo.
En general es signo de debilidad todo lo que nos quita conciencia. La máxima debilidad es morir.
13 de octubre
Si una mujer no traiciona, es porque no le conviene.
Todo lujo hay que pagárselo. Todo es lujo; empezando por estar en el mundo.
Tonto dolerse por la pérdida de una compañía;
podíamos no haber encontrado nunca a esa persona, conque podemos
prescindir de ella.
La religión consiste en creer que todo lo que
ocurre es extraordinariamente importante. Nunca podrá desaparecer del
mundo, por esa misma razón.
23 de octubre
La idea de Gertrude (1) es que cada ser humano
posee cierta energía; una vez gastada, se acabó. Se ve en eso su
educación clínica. Es católica en el sentido en que son católicos los
médicos, los amorosos compiladores de prospectos. Como todos ellos,
sabe captar y apreciar una fundamental normalidad matter-of-fact [prosaica].
Ignora el drama de quien admite como ella la mensurabilidad de cada
cual, pero no quiere resignarse. Ignora el drama de la voluntad
infinita. Es, como todos los médicos, una maestra de cordura.
En sus páginas la vida es terriblemente clara.
Sustituye el sentido de las cosas no mensurables. Lo fantástico, por
el hechizo del tranquilo fluir, de ser justamente una rosa, una rosa,
una rosa.
«Por lo tanto soy un infeliz, y la culpa no es mía ni de la vida», es la
ley de la trágica mensurabilidad, agotada la cual podemos morir
tranquilamente.
24 de octubre
Prosigo. Pero ahora sucede que justamente el contar
un hecho y un personaje es hacer una ociosa creación fantástica, porque
a ese contar se reduce el concepto tradicional de poesía. Para escribir
aspirando a cualquier otra meta, ahora es preciso justamente trabajar
el estilo, es decir, tratar de crear un modo de entender la vida, que
sea un nuevo conocimiento. En este sentido ha de aceptarse mi vieja
manía de convertir en argumento de la composición a la imagen, de contar
el pensamiento, de salir del naturalismo.
Esto no es fantasear, sino conocer: conocer qué somos nosotros en la
realidad. He aquí satisfecha la exigencia de creer ocurrido lo que
estamos a punto de contar: sigue siendo cierto, pues, que sólo vale la
pena de ser escrito aquello que estimamos realmente existente (nuestro
estilo, nuestro tiempo = el objeto de nuestro conocimiento). Si
aspiramos a enseñar un nuevo modo de ver y por ende una nueva realidad,
es evidente que nuestro estilo ha de entenderse como algo verdadero,
proyectable más allá de la página escrita. De no ser así, ¿qué seriedad
tendría nuestro descubrimiento?
Es preciso contar sabiendo que los personajes tienen un carácter dado,
sabiendo que las cosas ocurren según determinadas leyes; pero el point
de nuestro relato no deben ser ni esos caracteres ni esas leyes.
25 de octubre
La fantasía humana es inmensamente más que la
realidad. Si pensamos en el futuro lo vemos siempre desarrollarse según
un monótono sistema. No pensamos que el pasado es un multicolor de
generaciones. Esto puede servir también consolarnos de los terrores por
la «técnica y totalitaria barbarización» del futuro. En los cien años
venideros podrá producirse una serie de por lo menos tres momentos, y el
espíritu humano podrá sucesivamente vivir en la plaza, en la cárcel,
periódicos.
Dígase lo mismo del porvenir personal.
30 de octubre
Perdonamos a los otros cuando nos conviene.
13 de noviembre
En el relato en primera persona podemos ser
realistas, aunque sin caer empero en el verismo. A paridad de realismo
el relato en primera persona resulta más cantado que en tercera.
Proust está obsesionado con la idea de que toda
esperanza, al realizarse, queda sustituida justamente por el nuevo
estado y por lo tanto borra el precedente (sueños de Swann de que se
casará. Sueños de le de que será recibido en casa de Swann). Además de
la incomunicabilidad de las almas, también la de los estados de ánimo
entre sí. De ahí la sensación de que todo es relativo y vano -a menos
que se recobre el temps perdu. De ahí el gusto por la libre fantasía y
el sádico relieve dado a que, en los choques con la realidad, ésta se
desvanece y es preciso por tanto buscar una ley que sirva para
eternizar todo sueño.
No se desea poseer a una mujer, se desea poseerla nosotros solos.
20 de diciembre
Sustituir el gusto por la frase significativa y
rara, por el del pensamiento significativo y raro no ya dialogado, sino
profundizado como tejido conjuntivo de la historia.
La primera es realismo descriptivo, el segundo es construcción.
Fuera los personajes que dicen cosas inteligentes: las cosas
inteligentes debes saberlas tú y desplegarlas para construir la
historia.
26 de diciembre
La cárcel debe aparecer como el límite de toda
caridad, el congelamiento de la simpatía humana, por lo cual la historia
es, en su fase ascendente, el disolver de esas paredes (la extrañeza
del mundo nuevo no debe ser fin, sino medio para que resalte mejor el
estupor) y, en la fase descendente, el horror de la nueva reclusión de
otro, y aquí de nuevo la extrañeza incrementará la gravedad de la
soledad.
3 de agosto
La moral sexual es un paliativo de los celos.
Tiende a evitar la comparación con la capacidad viril de otro. Los celos
son el temor a esta comparación. La tolerancia de las ideas nace de la
ilusión de que la verdad es algo racional, mientras que en cuanto se
acepta el principio de que toda idea se basa en una elección inicial, de
que la voluntad es
el principal órgano del conocimiento, nos volvemos intransigentes.
Pensar esto o aquello es entonces censurable. Raíz práctica del error.
28 de noviembre
Podría darse que los niños sean más rutinarios que
los adultos y que nosotros no lo entendamos bien por la razón de que
ellos viven en guerra con los adultos y están forzados a celebrar sus
hábitos en secreto. En efecto, el esfuerzo de los adultos se
encamina a romper todos los hábitos de los niños, sospechando en ellos
un núcleo de resistencia y de anarquismo. Pero en el campo donde los
niños disfrutan de relativa autonomía (los juegos), es evidente su
rutinareidad -su afición al rito ya la fórmula, su superstición en torno
a los lugares, etc.-, que adquiere también el inconsciente valor de una
reivindicación de independencia frente a los adultos.
Y como hacer-las-cosas-también-nosotros-pequeños-como-los-mayores es
difícil. Por la dificultad en sí y por las sospechas de los mayores, el
niño tiende a crearse reglas en sus cosas, a volver a caer en el mismo
carril, a animarse con lo ya hecho. Recuerda tu costumbre de los cinco
años de llorar en cuanto te sentabas a la mesa, por las buenas, sin
motivo. Era una actitud cómoda porque ya estaba experimentada y era una
actitud tuya.
1940
23 de febrero
La grandeza inhumana de Shakespeare se ve, más que
en su obra, en el hecho de que murió dejando inéditos dos tercios -entre
ellos Antonio y Cleopatra, Macbeth (?), muchas comedias, etc.
Esto es tan enorme que entran sospechas de que a comienzos del siglo
XVII no estaba aún bien difundida la mentalidad «editora» y se creía que
se había legado a la posteridad una obra cuando se había escrito,
simplemente. Pero, entonces, ¿cómo explicar los textos en estado de
partes de actores que Shakespeare sabía que dejaba corruptos y
corruptibles? y no puede decirse que le haya faltado tiempo y
oportunidad para ocuparse de ellos.
Hay aquí una sabiduría que confina con la ironía cósmica. Un gesto sobrehumano.
16 de abril
Debe ser importante que un jovenzuelo siempre
consagrado a estudiar, a pasar páginas, a quemarse las cejas, hiciera su
poesía en los momentos en que salía al balcón o bajo un matorral o
sobre un montículo o entre verdes terrones. (Silvia, Infinito, Vida
solitaria, Rememoranzas.) La poesía no nace del our life's work, de la
normalidad de nuestras ocupaciones, sino de los instantes en que
alzamos la cabeza y descubrimos con estupor la vida. (También la
normalidad se convierte en poesía cuando se hace contemplación, es decir
deja de ser normalidad y se convierte en prodigio.) Así se comprende
por qué la adolescencia es gran materia de poesía. Se nos aparece -a los
hombres- como instante en el que aún no habíamos doblegado la cabeza
bajo las ocupaciones.
19 de abril
Las generaciones no envejecen. Todo joven de cualquier época y civilización tiene las mismas posibilidades de siempre.
El Imperio no cayó por decadencia de la raza (y
esto es tan cierto que las generaciones contemporáneas y posteriores a
las que vieron caer el edificio político, construyeron uno espiritual
-la Iglesia Católica), sino por las cambiadas condiciones económicas y
sociales que desplazaron las fuerzas (anquilosis económica,
descentralización provincial, entrada de los bárbaros, etc.)
5 de junio
El dolor hace vivir en una esfera encantada y
ensoñada, donde las cosas cotidianas y triviales adquieren un relieve
temible y thrilling [sobrecogedor], no siempre desagradable. Da
conciencia de un alejamiento entre la realidad y el alma; nos hace
remontarnos y nos deja entrever lo real, y nuestro cuerpo, como algo
remoto y extraño a la vez, y ésta es su eficacia educativa.
La realidad de la guerra sugiere este sencillo pensamiento: no es
doloroso morir cuando mueren tantos de tus amigos. De la guerra nace el
sentido de grupo. Bienvenido.
9 de junio
Quien tiene una pasión dominante, odia en función
de ella al género humano, porque todos le parecen, con relación a su
pasión, rivales o, al menos, resistencias.
12 de junio
La guerra eleva el tono de la vida porque organiza
la vida interior de todos en tomo a un esquema de acción sencillísimo
-los dos campos- y la idea de la muerte siempre a punto en ella
implícita proporciona a las acciones más triviales un sello de gravedad
más que humana.
3 de julio
Todo este hablar de revoluciones, esta manía de
presenciar acontecimientos históricos, estas actitudes monumentales, son
consecuencia de nuestra saturación de historicismo, por la cual,
habituados a tratar los siglos como las hojas de un libro, pretendemos
oír en cada rebuzno de burro el tañido del futuro.
Se ha producido un desdoblamiento de los pueblos y no sólo de los individuos.
Además, al verlo todo bajo especie de historia, juzgamos por ideas,
por abstracciones, que deben triunfar o no, y ya no sabemos qué es un
hombre.
Esto es, hemos vuelto, por la vía de una ancha doctrina, a los tiempos
en que se odiaba el nombre enemigo, la más religiosa de las barbaries.
Pero hay una diferencia con aquellos tiempos: no somos nada religiosos.
6 de julio
Se enseña solamente lo que infaliblemente es. (Las
técnicas, en efecto, son.) Por lo demás, para enseñar una cosa, es
preciso creer en su valor absoluto -que exista incluso sin nosotros; que
sea objetivamente.
15 de octubre
Las cosas se obtienen cuando ya no se desean. Para
consolar al joven al que le sucede una desgracia, se le dice: «Sé
fuerte, tómatelo con agallas; te acorazarás para el futuro. Una vez les
sucede a todos, etc.» Nadie piensa en decirle en cambio lo que es
cierto: esta misma desgracia te sucederá dos, cuatro, diez veces -te
sucederá siempre. si estás hecho de tal modo que ahora le has ofrecido
un flanco, lo mismo deberá ocurrirte en el futuro.
Tipología de las mujeres: las que explotan y las
que se dejan explotar. Tipología de los hombres: los que aman el primer
tipo y los que aman el segundo.
Las primeras son melifluas, educadas, señoras.
Las segundas son ásperas, mal educadas, incapaces de dominarse. (Lo que nos torna toscos y violentos es la sed de ternura.)
Ambos tipos confirman la imposibilidad de comunicación humana. Existen siervos y amos, no existen iguales.
La única regla heroica: estar solos, solos, solos.
Cuando pases un día sin presuponer ni implicar en ninguno de tus
gestos o pensamientos la presencia de otros, podrás llamarte heroico.
O de lo contrario ser Cristo -o sea aniquilarse. Pero lo has dicho
ayer -nadie renuncia a lo que conoce- y tú conoces demasiadas cosas.
17 de octubre
No se desmiente la propia naturaleza.
Has querido hacer una cosa fuerte, huir como el estoico que se domina,
y te has puesto en una situación tal que ni has huido ni gozas ya de la
natural compañía de antaño.
La lección más atroz de esta otra patada es que no
habías cambiado en nada, no te habías corregido en nada, después de dos
años de meditación.
Esto para quitarte también el consuelo de que puedas aún salir de este pozo mediante la meditación.
20 de octubre
Tu pena particular --que es la de todos los poetas-
consiste en esto: que por vocación no puedes tener sino un público, y
en cambio buscas almas gemelas.
Los artistas interesan a las mujeres no en cuanto son artistas, sino en cuanto tienen éxito en el mundo.
Es natural. Casarse es hacerse una posición, ¿y qué hombre -el más
altruista- se emplearia, teniendo posibilidad de elección, en una
empresa no sólida? Así proceden las mujeres, y hacen bien.
Hasta sacrificarse (o renunciar) es un problema de astucia.
Hablas siempre de astucia precisamente porque naciste para todo lo contrario.
Lo que diferencia al hombre del niño es el saber dominar a una mujer.
Lo que diferencia a la mujer de la niña es el saber explotar a un
hombre. (El segundo grupo de mujeres -del 15 de octubre- es en sustancia
el grupo de las niñas hasta tal punto que se trata de almas incapaces
de autocontrol.)
Y además: Niños o Adultos nacemos, no nos hacemos.
Y ahora consuélate.
24 de octubre
Sabemos utilizar la estrategia amorosa sólo cuando no estamos enamorados.
30 de octubre
El dolor no es en modo alguno un privilegio, un
signo de nobleza, un recuerdo de Dios. El dolor es una cosa bestial y
feroz, trivial y gratuita, natural como el aire. Es impalpable, escapa a
toda captura y a toda lucha; vive en el tiempo, es lo mismo que el
tiempo; si tiene sobresaltos y gritos, los tiene sólo para dejar más
indefenso a quien sufre, en los instantes sucesivos, en los largos
instantes en los que se vuelve a saborear el desgarramiento pasado y se
espera el siguiente. Estos sobresaltos no son el dolor propiamente
dicho, son instantes de vitalidad inventados por los nervios para hacer
sentir la duración del dolor verdadero, la duración tediosa,
exasperante, infinita del tiempo-dolor. Quien sufre está siempre en
situación de espera -espera del sobresalto y espera del nuevo
sobresalto. Llega un momento en que se prefiere la crisis del grito a su
espera. Llega un momento en que se grita sin necesidad, con tal de
romper la corriente del tiempo, con tal de sentir que ocurre algo, que
la duración eterna del dolor bestial se ha interrumpido por un instante
-aunque sea para intensificarse.
A veces nos asalta la sospecha de que la muerte -el
infierno- seguirá consistiendo en el fluir de un dolor sin sobresaltos,
sin voz, sin instantes, todo él tiempo y todo él eternidad, incesante
como el fluir de la sangre en un cuerpo que ya no morirá.
¡La fuerza de la indiferencia! -es la que permitió a las piedras perdurar inmutables durante millones de años.
31 de octubre
He aquí la prueba de que todo en ti es orgullo.
Ahora que has reconquistado el permiso de telefonearle y escribirle, no
sólo no lo haces, sino que siquiera sientes la necesidad ardiente de
hacerlo.
Lo cual podría ser también la prueba de que en todas las cosas
buscamos solamente la posibilidad futura. Si sabemos que podremos hacer
una cosa, estaremos contentos y acaso ni siquiera la hagamos.
1 de noviembre
Fern. busca en el hombre pobre las virtudes del
rico (exquisitez, sentimientos delicados, sociabilidad, etc.) y en el
rico las virtudes del pobre (seriedad, pragmatismo sencillo, bondad
laboriosa, etc.).
2 de noviembre
¡A quien no se salva por sí sólo, nadie lo puede salvar!
Me he dado cuenta a menudo de que lo que acabaré
descubriendo que más vale e importa, empieza siempre por desagradarme y
repugnarme.
8 de noviembre
Según Freud ( Ensayos de Psicoanálisis) todo el
pensamiento nace del instinto de la muerte: es un esfuerzo para enlazar
los movimientos fugitivos, dionisíacos, libidinosos de la vida, en un
esquema que satisfaga el narcisismo del yo. El yo tiende a la regresión
hacia la quietud, a bastarse a sí mismo, en su inmovilidad y en su
ausencia de deseos.
Es una verdad que se aprecia cuando se sufre y se trata de analizar,
entender, fijar la propia crisis y en definitiva matarla.
9 de noviembre
Todo lo que hace nuestro cuerpo, salvo el ejercicio
de los sentidos, no lo percibimos. Las más vitales funciones
(circulación, digestión, etc.) las desconocemos. Así ocurre con nuestro
espíritu: ignoramos todos sus movimientos y mudanzas, sus crisis, etc.,
todo lo que no sea la superficial concepción esquematizante.
Sólo una enfermedad nos revela las profundidades funcionales de
nuestro cuerpo. Y del mismo modo presentimos las del espíritu, cuando
estamos desequilibrados.
1941
14 de enero
Para sentir qué es el estilo, basta con leer
cualquier prosa de Foscolo y después una de las suyas traducidas del
inglés, aunque sea por Ugoni. Mejor aún: primero leer la traducida, y
después una cualquiera original -por ejemplo la Lección Inaugural.
Si este año no has hecho examen de conciencia, es
porque lo necesitabas más que nunca –estabas en situación de tránsito y
te faltaba claridad íntima.
30 de enero
Esa sensación dulce e indulgente de amor a la
humanidad que se experimenta en un día frío, durante un intervalo pasado
en un café -cuando se observa el rostro demacrado y triste de uno, la
boca arrugada de otro, la voz doliente y bondadosa de un tercero, etc.-,
y uno se abandona a un voluptuoso y melancólico abrazo sentimental a
tanto cotidiano sufrir, no es verdadero amor al prójimo, sino complacida
y dilatada introversión. En aquellos momentos no se movería un dedo por
nadie: sentir en sustancia, beatitud por nuestra tranquila futilidad
ante la vida.
Si hasta la lectura silenciosa que hacemos de una poesía para
conocerla, es una interpretación, no se ve ya cómo se puede elaborar un
juicio histórico sobre una poesía -dado que conocerla significa crear en
nuestro interior otra obra. ¿Juzgaremos esta otra? ¿y la universalidad
del juicio histórico? ¿Y su verdad? (Leyendo a PUGLIATTI, La
interpretación musical).
2 de febrero
El amigo P. está compuesto por un bonachón y terco
sentido de su mérito, que se revela incluso en su fundamental despego de
los asuntos del prójimo, una maciza reserva de campesino que no tolera
la intrusión de otros en su mundo activo. Es un hombre que jamás duda de
su actitud, e ignora por lo tanto la nerviosa adaptabilidad de
relaciones que otros tienen con el mundo. Si no fuera «artista», esto es
si no hubiera cultivado en sí una disposición a observar
desinteresadamente conductas y aspectos del prójimo, sería un perfecto
aldeano. Pero también podría discutirse sobre ese desinterés: ¿es
desinteresada una facultad que él utiliza sin descartar nada para la
composición activa de su mundo, y que no se permite desviaciones
inútiles, por ejemplo, lecturas que no converjan a esa cultura que él
imagina «teatral»? ¿Habrá vivido alguna vez una experiencia, una
realidad que, al no entrar en su inicial esquema juvenil (para trazar el
cual, por supuesto, experimentó al menos una vez), lo hiciera
tambalearse?
Hombre católico y, con certeza, convencido del deber de la humildad,
sin embargo, está hecho de tal modo que los valores de la vida los
estrecha a sí, sin angustia y sin sorpresa, como si le fueran debidos.
Este es su esquema. Cuando le digo que
ignora la psicología, no afirmo que ignore los mecanismos humanos
sobre los cuales construye sus dramas, sino que, al margen de este campo
de lo «posible» psicológico vivido en el arte, jamás ha vivido en la
realidad una duda psicológica, una enfermedad del espíritu -de esas
enfermedades que son las únicas que hacen experimentar y entrever los
abismos de la conciencia. Se diría que rechaza estas experiencias in
corpore sui- por la ya dicha razón de que acaso no ve la practicidad de
las enfermedades. Y con toda seguridad, si mañana se dejase arrastrar a
una crisis psicológica y anduviera a tientas, lo haría para explorar
material de tragedia, no por exigencia vital. Porque las exigencias
vitales ya están satisfechas por su esquema terco y católicamente
campesino y -en la medida que valga la palabra- egoísta.
De eso nace el tono melodramático de sus mejores páginas. Su obra,
precisamente porque es dramaticidad pura y acaso por eso, ha sido
siempre -hasta ahora- literatura. y no veo cómo podrá superarlo.
Acaso P. no tuvo nunca una adolescencia –esa que hace pensar en el
suicidio. Y el precio de esta carencia es una perenne y particular
adolescencia de espíritu -esa que bajo todas las virilidades (conducta,
familia, sentido de la responsabilidad, éxito)- lo hace ser no un
creador, sino un literato de nueva especie. El que, tras semejante
aclaración, yo todavía lo quiera, casi como podría querer a una mujer,
es comprensible: P. es la antítesis de mí y de mis experiencias.
P. tiene algo de femenino en su prudente y sosegado egoísmo, es decir,
de adolescente, esa adolescencia que es simplicidad pero también gracia
relajante y calmante.
3 de febrero
¿Qué hay en suma en mi idea fija de que todo
consiste en el secreto y amoroso «en sí» que cada criatura ofrece a
quien sabe penetrarla? Nada, porque jamás pude realizar esa amorosa
comunión.
En el fondo, el secreto de la vida es obrar como si
tuviésemos lo que más dolorosamente nos falta. Todo el precepto
cristiano está aquí. Convencerse de que todo es creado para el bien, que
existe la fraternidad humana -y si eso no es cierto, ¿qué importa ? El
consuelo de esta visión consiste en creer en ella, no en que sea real.
Porque si yo lo creo, si tú, si él, si ellos lo creen, entonces se
cumplirá.
18 de enero de 1941, terminada La Playa
14 de febrero
En sueños Fern. me cuenta que ha asistido justamente detrás de los músicos y que ha gozado «aquel divino trío».
Poco después entramos –a ella ya no la veo- y veo a mi amigo el músico
que se pone justamente detrás de los dos clavicordistas, pegado a la
pared, y finge dirigir con las manos la orquesta (los músicos se vuelven
y miran a hurtadillas).
Evidentemente, el músico es más adecuado que Fern. para hacer esto
-más fantásticamente adecuado- y se ha producido un proceso de ajuste
narrativo durante el sueño. Esto es, no tengo aquí dos hechos sucesivos,
en los que el segundo se desarrolla a partir del primero, sino la
concrescencia de un solo hecho, de un estado, que relampaguea primero en
forma embrionaria y que luego, diríase, encuentra una más rica y
apropiada expresión (y cambia de protagonista y de sentido, amén de
enriquecerse mágicamente con detalles coherentes, que me eran totalmente
desconocidos en el primer relampagueo).
Acaso esté aquí la explicación del hecho (27 de diciembre del 39) de
que en el curso de un sueño ciertos detalles nos parecen anticipaciones
narrativas de otros que los completarán. Sería simplemente un primer
esbozo embrionario que luego se concreta en algo distinto. En suma, no
nos contaríamos a nosotros mismos, sino que fantasearíamos un cuadro,
una situación estáticos, expresivos de un estado físico, la «pasión»
dominante. El aparente desarrollo de la acción en el sueño, nacería de
la sucesión de intentos inconscientes tendentes a definir cada vez mejor
la visión (primero Fern., después el músico, que hacen lo mismo). En el
ámbito de cada visión aislada hay además, naturalmente, cierta
progresión naturalista de acaecimientos ('secuencia de ac.).
Como si alguien os enseñase un cuadro; e inmediatamente después el
mismo cuadro con personajes cambiados y retocados. Si eso se hiciera con
velocidad y como es debido, he aquí el relato cinematográfico, pero un
relato en el cual cada secuencia es un intento renovado de decir la
misma cosa.
Observado soñando que en el sueño no existen antecedentes, todo es acción; nada está resumido -modelo de arte evocativo.
2 de marzo
LEVY-BRUHL, La experiencia mística, etc.
Cap. I. -El primitivo se deja asaltar por la pasión del juego de azar y
lo pierde todo, por razones místicas; porque, una vez lanzado, no le
importa el valor perdido sino que quiere demostrarse a sí mismo que las
potencias sobrenaturales no lo han abandonado, y lo que posee no es sino
un medio para aclararse esta protección y volver a aferrarla... Cfr.
con tu tendencia, cuando te ha ido mal en la vida, a ser aún más
desgraciado, a tocar el fondo, como para encontrar en la absoluta
condena de la suerte una confirmación de valor absoluto: la confirmación
de que la desgracia no te ha ocurrido por casualidad sino porque in
alio loco la tuvieran tomada contigo, lo cual podría querer decir que in
alio loco importas.
12 de abril
Uno de los gustos humanos menos observados es el de
prepararse acontecimientos a plazo fijo, de organizarse un grupo de
sucesos que tienen una construcción, una lógica, un principio y un fin.
El fin se columbra casi siempre como un acmé sentimental, una alegre o
lisonjera crisis de consciencia de sí. Esto se extiende desde la
construcción de una pregunta y respuesta a la de una vida. ¿Y qué es
esto sino la premisa del narrar? El arte narrativo satisface justamente
este gusto profundo. El placer de narrar y el de escuchar consiste en
ver disponerse a los hechos según este gráfico. A la mitad de un relato
nos remontamos a las premisas y disfrutamos al hallar razones, claves,
movimientos causales. ¿Qué otra cosa hacemos al reflexionar sobre el
pasado y al complacernos reconociendo en él los signos del presente o
del futuro? Esta construcción da en sustancia un significado al tiempo. Y
narrar es, en suma, sólo mitologizarlo, huir de él.
13 de junio
Si se debe juzgar por su analogía con el día, la
vejez es la edad más fastidiosa porque ya no se sabe qué hacer con uno
mismo, como por la noche cuando el trabajo cotidiano ha terminado.
5 de julio
Con las mujeres de los otros no sé qué hacer.
2 de octubre
¿Por qué no te basta el realismo naturalista-psicológico? Porque es demasiado pobre.
No se trata de descubrir una nueva realidad psicológica, sino de
multiplicar los puntos de vista que revelarán en la normal realidad una
gran riqueza. Es un problema de construcción (¡¡nos remontamos al 16 de
noviembre de 1935!!).
9 de octubre
Me gustan los escritores que tratan siempre el
mismo motivo, dice Pintor (1). Aparte lo que en eso hay de simple
afición a la coherencia ya la definibilidad del escritor -peldaño a la
crítica-, P. no explica si se refiere de forma naturalista al contenido o
a la actitud estilística. De acuerdo en que variar el primero es
indicio de pobreza interior, pero la segunda debe ser a la fuerza una
búsqueda siempre nueva -desde el sencillo matiz al salto de género-, de
lo contrario la página carecerá de la sensación de descubrimiento, que
es el verdadero y único placer de quien escribe.
Invierno del 41-42
En el mundo nunca estamos del todo solos. En el
peor de los casos siempre se tiene la compañía de un muchacho, de un
adolescente, y sucesivamente de un hombre hecho -lo que hemos sido
nosotros.
No es que en nuestro tiempo el representante de la
cultura sea menos escuchado de la que en el pasado el teólogo, el
artista, el científico, el filósofo, etcétera. Es que ahora tenemos
conciencia de una masa que vive de mera propaganda. También en el pasado
las masas vivían de propaganda infecta, pero entonces, al estar menos
difundida la cultura elemental, esa masa no imitaba a los auténticos
cultos y por ende no hacía surgir el problema de si estaba o no en
competencia con ellos.
Los ambientes no han de ser descritos, sino vividos
a través de los sentidos del personaje -y por lo tanto de su
pensamiento y su habla.
Lo que te disgusta como impresionismo, se convierte así -bedingt
[condición, condicional (del alemán)] del personaje- en vida en acción.
He aquí la norma que ya buscabas en el fondo en el «Oficio de Poeta».
¿Qué es el relato del relatar de Anderson, el monólogo interior de
Joyce, etc., sino esta imposición de la realidad-personaje a la
objetividad?
Cuando una mujer se casa pertenece a otro; y cuando pertenece a otro ya no hay nada más que decirle.
1942
28 de enero
Las cosas .se descubren a través de los recuerdos que de ellas se tienen.
Recordar una cosa significa verla –solamente ahora- por primera vez.
Debes crear un nexo entre el hecho de que en los
momentos más verdaderos eres inevitablemente lo que fuiste en el pasado y
el hecho de que sólo las cosas recordadas son verdaderas.
10 de febrero
Ante el mar de la Pineda, bajo y nocturno, has
visto, al pasar en tren, fogatas lejanas y has pensado que por mucho que
esa escena, esa realidad, te llene de veleidades «de decir», te
inquiete como un recuerdo de infancia, no es para ti ni un recuerdo ni
una constante fantástica, y te sugestiona por frívolas razones
literarias o analógicas, pero no contiene, como un viñedo o una de tus
colinas, los moldes de tu conocimiento del mundo. Se desprende de ello
que muchísimos mundos naturales (mar, páramo, bosque, montaña, etc.) no
te pertenecen porque no los has vivido en su momento, y si tuvieras que
poetizarlos no sabrías moverte en ellos con esa secreta riqueza de
sobreentendidos, dé sentidos y de asideros que da dignidad poética a un
mundo. Lo mismo debes decir en lo que toca a la esfera de las relaciones
humanas, de los seres humanos: sólo esas situaciones yesos tipos que
poco ha poco han emergido de ti y se han recortado sobre el fondo de tu
conocimiento inicial han tenido tiempo (hasta ahora) de grabarse en tu
espíritu y de echar esas innumerables y secretas raicillas de
referencias que dan sangre y vida a las creaciones. En suma, no puedes
aunque quieras interesarte poéticamente por un pueblo dado o por una
esfera dada y hacerlos vivir, como no sea reduciéndolos a los moldes
(insuficientes) de tu infancia-juventud. No puedes, pues, escapar (al
menos por ahora) a un mundo implícito ya en tu naturaleza perceptiva, al
igual que en la vida práctica no puedes escapar a la determinación de
tu primera adaptación al mundo. Queda por ver si, en los dos campos, el
activo y el creativo, deberás limitarte a excavar ya comprender cada vez
más a fondo la realidad que te fue ya dada, o si será beneficioso
afrontar continuamente cosas, figuras, situaciones, decisiones ajenas a
ti, extrañas, amorfas, y sacar del choque y del esfuerzo una continua
potenciación e incremento de tus capacidades. Toda la cuestión estriba
en saber si, adquirido el primer conocimiento, se vive espiritualmente
de rentas o si se puede aumentar día a día el capital. Parece evidente
que, por fatigoso y terrible que sea, las dos vidas pueden conjugarse y
una experiencia infantil elaborada en la madurez será un distinto y
nuevo punto de partida.
12 de febrero
El arte moderno es -en la medida en que vale- un
regreso a la infancia. Su motivo perenne es el descubrimiento de las
cosas, descubrimiento que puede producirse, en su forma más pura, sólo
en el recuerdo de la infancia. Esto es efecto de la all-pervading
consciencia del artista moderno (historicismo, noción del arte como
actividad suficiente en sí, individualismo) que le hace vivir desde los
dieciséis años en un estado de tensión; es decir, en un estado ya no
propicio para la absorción, ya no ingenuo. Y en arte sólo se expresa
bien aquello que fue absorbido ingenuamente. A los artistas no les queda
sino volverse hacia la época en la que todavía no eran artistas e
inspirarse en ella, y esa época es la infancia.
21 de febrero
Mis relatos son -en la medida en que están
logrados- historias de un contemplador que observa cómo ocurren cosas
más grandes que él.
4 de mayo
Lo que nos sostiene en la inquietud y en el
esfuerzo de escribir es la certeza de que en la página queda algo que no
ha sido dicho.
25 de mayo
No es que el niño viva en la fantasía (como dice
Cantoni, Los primitivos, p. 256), sino que el niño que hay en nosotros
sobrevive y se estremece sólo en escasos momentos-recuerdo, que nos
hacen creer -y no es cierto- que en su momento fueron fantásticos.
2 de agosto
El aburrimiento indecible que te provocan en los
diarios las páginas de viajes. Los ambientes nuevos, exóticos, que han
sorprendido al autor. Nace sin duda de la carencia de raíces que estas
impresiones tenían, al haber surgido como de la nada, del mundo
exterior, y no estar cargadas de un pasado. Al autor le agradaron como
estupor, pero el verdadero estupor es asunto de memoria, no de novedad.
7 de agosto
Desde el principio estoy acostumbrado a pensar mi
poesía como trompe-l'oeil, [apariencia engañosa], como bloque
psicológico, y esto es tan cierto que mi estilo más rico es la voz
sintética del protagonista, y mi fórmula es «cómo se las arregla un
fulano en una situación dada». Y esto no sólo en la prosa, sino también
en los versos. Todo lo contrario de Vittorini que, ignorando
dantescamente al protagonista, puede convertirlo en símbolo sin
esfuerzo.
14 de agosto
Pensé en el trencito que los campos que veía huir,
las cortinas de árboles, las casas, los rincones, los recuerdos de otros
tiempos, todo habría servido para constituir recuerdo, para constituir
pasado. Aun cuando la hora fuese trivial, y en el fondo me aburriera,
recobrarla un día ya no sería trivial.
17 de agosto
Ocurre que un discurso overhead [oído por casualidad] atrae e interesa y nos toca más a fondo que las palabras dirigidas a nosotros.
20 de agosto
Se dice que escribir creando es tender más allá de
todo esquema; búsqueda, auscultación de la verdad profunda que hay en
nosotros. Pero a menudo la verdad más profunda que poseemos es el
esquema que nos hemos creado con lenta y encarnizada fatiga y con
abandono.
22 de agosto
(en Pavone )
Las cosas las he visto por vez primera, en tiempos,
en tiempos que han pasado irrevocablemente. Si el verlas por vez
primera bastaba para contentar ( estupor, éxtasis fantástico ), ahora
requieren otro significado. ¿Cuál?
25 de agosto
(en Pavone )
Cuando cuentas pequeñas historias o hechos, te
enredas siempre y no sabes escoger; quisieras decirlo todo: desconfianza
en el arte, esperanza de que acumulando todos los detalles logres decir
también algo bueno, que hará el point.
30 de agosto
(en Gressoney )
Amor es deseo de conocimiento.
31 de agosto
(en Gressoney )
De niño se aprende a conocer el mundo no -como
parecería- gracias al inmediato y originario contacto con las cosas,
sino a través de los signos de las cosas: palabras, viñetas, relatos. Si
nos remontamos a un momento cualquiera de conmoción extática ante
cualquier cosa del mundo, encontramos que nos conmovemos porque ya nos
hemos conmovido; y nos hemos conmovido ya porque un día algo nos pareció
transfigurado, separado del resto, por una palabra, una fábula, una
fantasía que a ello se refería. Naturalmente en aquel tiempo la fantasía
nos llegó como realidad, como conocimiento objetivo y no como
invención.
6 de septiembre
Llega un día en el que sólo sentimos hacia quien
nos ha perseguido indiferencia, cansancio por su estupidez entonces
perdonamos.
10 de septiembre
Sólo siguiendo el instinto, el modo de ser inicial,
espontáneo, puede uno sentirse justificado y .en paz consigo mismo y
con la propia medida. Pero ¿quien tiene en el instinto dividirse en dos,
librar lucha consigo mismo?
12 de septiembre
Un hombre solo, en una barraca, comiendo la carne y
la salsa de una olla. Algunos días la rasca con un viejo cuchillo,
otros con las uñas; hace mucho tiempo, la olla estaba llena y era buena,
ahora está agriada y para sentirle el gusto el hombre se come las uñas
rotas. y proseguirá mañana, y luego.
Se asemeja a mí, que me busco el trabajo en el corazón.
27 de septiembre
Tendencialmente. En la tragedia griega los
personajes nunca se hablan entre sí, hablan a confidentes, al coro, a
ajenos. Es representación en la medida en que cada cual expone su caso
al público. El personaje jamás se rebaja a diálogos con otros, sino que
es como es, estatuario, inmutable.
Las muertes se producen fuera del escenario, y se oyen sus gritos, sus
exhortaciones, sus palabras. Llega el mensajero y cuenta los hechos. El
acontecimiento se resuelve en palabras, en exposición. No diálogo: la
tragedia no es diálogo, sino exposición a un público ideal, el coro. Con
él se efectúa el verdadero diálogo.
[De ahí la pobreza de la tragedia clasicista (francesa, Alfieri) que,
conservando el estilo, la ausencia de hechos y la exposición de la
griega, carece de coro, es decir del segundo personaje que hace frente a
ese otro único que es la suma de los otros personajes.]
5 de noviembre
Confesiones de Kierkegaard que describen al
literato, al intelectual puro: «mis intereses no están subordinados
todos a uno aislado, sino coordinados entre sí» y «lo que me faltó fue
llevar una perfecta vida humana, y no sólo la del conocimiento».
Pensamientos de ayer noche hablando de G. con la Romano, encontrados
esta mañana en Przywara (Das Geheimnis Kierkegaards, pp. 11 y 12), por
la habitual coincidencia.
Antes del Romanticismo no existía el intelectual, porque no existía
contraposición entre vida y conocimiento. (Este nexo lo has notado ya
una vez.) Advertir que la vida es más importante que el pensamiento
significa ser un literato, un intelectual; significa que el propio
pensamiento no se ha hecho vida.
Estos fragmentos pertenecen al diaro de Cesare Pavese El Oficio de vivir, editado por Seix Barral.
Poeta y novelista italiano. Nace el 9 de septiembre
de 1908 en S. Stefano Belbo (Cúneo) y es el último de cinco hijos de
una familia pequeño burguesa de origen campesino. Cuando sólo tiene seis
años, su padre muere. Cursa estudios en Turín y, entre sus profesores
de la escuela media superior, cabe señalar a Augusto Monti, figura de
relieve del ambiente antifascista de la ciudad, amigo de Piero Gobetti y
Antonio Gramsci. En 1932 se licencia en letras con una tesis sobre Walt
Whitman; en esa misma época, empieza su actividad de traductor con
"Moby Dick" de Melville y "La risa negra" de Sherwood Anderson para la
editorial Frassinelli. En 1934 es nombrado director de la revista
"Cultura". En mayo de 1935 es detenido por motivos políticos y es
confinado en Brancaleone Calabro. En 1936 regresa a Turín y publica el
libro de poesía "Lavorare stanca". Durante la guerra, se refugia con su
hermana en Serralunga y, cuando aquélla termina, se inscribe en el
Partido Comunista Italiano (PCI). De su obra posterior destacan las
siguientes novelas: "De tu tierra" (1941), "La playa" (1942), "El
camarada" (1947), "La casa in collina" (1948), "El bello verano" (1949) y
"La luna y las fogatas" (1950); también cabe recordar el atípico
"Diálogos con Leucó˜" (1947), las poesías de "Vendrá la muerte y tendrá
tus ojos" (1951) y el diario "El oficio de vivir " (1952). Víctima de
repetidas crisis depresivas, Cesare Pavese se suicida el 27 de agosto de
1950 en un hotel de Turín, ingiriendo doce sobres de somníferos.
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